Tal ha sido el retroceso de nuestra sociedad que estamos
extrañando derechos fundamentales. Uno de esos derechos es el de ciudadanía, el
cual es la relación jurídica que una persona tiene con un Estado, que estipula
derechos y obligaciones.
El concepto de ciudadanía ya existía en la Grecia antigua, y
es en Roma que se desarrolla esa noción. Los romanos, al principio, fueron muy
restrictivos con la idea de extender la ciudadanía a quienes no fueran nacidos
en esa gran ciudad.
Ser ciudadano y ser un hombre libre era lo mismo. Esta
situación jurídica daba derecho a casarse, y a trasmitir la ciudadanía a sus
hijos, siempre y cuando el matrimonio fuera con otra romana; cualquier otra
unión era un contubernio. Podía otorgar testamento, lo que permitía transmitir
los bienes a sus herederos. Escoger y ser escogido para una magistratura, lo
que hoy identificaríamos con cargos públicos; este derecho al sufragio era en
los comicios y otras elecciones. Podía participar del comercio y llevar sus
conflictos a los tribunales romanos. Permitía ser escogido para funciones
religiosas. Daba derecho a servir en las legiones romanas, lo cual implicaba un
sueldo y otros beneficios, aunque perdía el derecho de casarse mientras
participara en las legiones. Todo esto abarcando otros derechos y poblaciones,
una evolución muy interesante.
Fue mucho tiempo después de iniciado el imperio que,
mediante el Edicto del emperador Antonino Caracalla, en 212, se concedió la
ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio, con las ventajas que eso
constituyó para la Ciudad Estado, logrando una unificación jurídica en todo el imperio.
En el entendido de que la ciudadanía era solo para los hombres y con exigencias
económicas para ejercer a cargos públicos o puestos militares.
Los ciudadanos romanos tenían derecho al sufragio, hasta
podían votar por algunas leyes; y los venezolanos no tenemos ese derecho, nos
lo han ofrecido con las elecciones regionales chucutas, por cuanto no se va a
escoger al Poder Legislativo regional; además, sin fecha fija, razón por la
cual no creo que se efectúen las elecciones, y si lo hacen será con otras trapisondas
como viene haciendo el Consejo Nacional Electoral.
Otro derecho muy particular era el no ser sometido a
tormentos y de apelar ante el César cuando fuera juzgado en una provincia. Se
asevera que el apóstol Pablo hizo valer sus derechos como ciudadano romano; en
Hechos 16, dice: Aunque somos ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente
sin hacernos juicio y nos han echado a la cárcel. En Hechos 22, dice: Cuando lo
estiraron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba allí: ¿Os es lícito
azotar a un ciudadano romano sin haberle hecho juicio? Y en Hechos 25: Entonces
Pablo respondió: Ante el tribunal del César estoy, que es donde debo ser
juzgado. Ningún agravio he hecho a los judíos, como también tú muy bien sabes.
Hay quien discute que san Pablo no poseía la ciudadanía romana, lo que es
cierto es que esos eran derechos de los romanos.
Los ciudadanos venezolanos tenemos muchos más derechos que
los que tuvieron en su época los romanos, solo que tener derechos no es
suficiente si no hay un Estado que los proteja. Ningún venezolano puede ser
sometido a torturas, pero eso no es lo que informan los familiares de los
detenidos y estos cuando se logra acceder a su situación; no dejarles reunirse
con sus familiares y abogados defensores, darles mala alimentación, no permitirles
atención médica o a medicinas es una manera de torturar a los ciudadanos
venezolanos; o no liberarlos cuando así lo ordenan los tribunales, es otro modo
de tortura y tormento.
Cicerón, dijo: “Es una injuria atar a un ciudadano romano;
es un crimen azotarle; matarle es tan malo como asesinar a un padre”.
@rangelrachadell