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23 enero 2019

Gini y Maduro


En la memoria y cuento de Maduro dijo muchas mentiras, pero una de las informaciones que podrían ser ciertas es que el coeficiente de Gini de Venezuela está en 0,377. Él considera que ha sido buena su política porque ha disminuido la desigualdad; la realidad es que ha sido muy mala para la mayoría.

Un comentario previo, Maduro pudo referirse al Índice de pobreza multidimensional o al Índice de pobreza humana o al Índice de desarrollo humano, todos estos analizan la esperanza de vida, el acceso a la salud y el nivel de riqueza. No puede confesar el daño que le ha hecho a nuestra sociedad. Cualquiera de los índices demuestra la precariedad de la salud de la población, los problemas para conseguir alimentos, y la pérdida de nivel de vida de la sociedad en su conjunto. Todo en socialismo.

Sin entrar en el debate de si hay desigualdad buena o mala, de antemano, la desigualdad es mala como es malo empobrecer a todos para hacernos iguales. El exceso de pobres, de gente buscando comida en la basura, es característico del socialismo del siglo XXI, es consecuencia de que los pobres, ahora, son más infortunados que antes.

El libro de Walter Scheidel El gran nivelador (Editorial Planeta S. A., 2018), hace un análisis sobre las causas que ayudaron a disminuir el coeficiente de Gini en el transcurso de la historia; en otras palabras, a reducir la desigualdad de los ingresos en la sociedad o las diferencias de riqueza en la población. En el entendido de que a mayor desigualdad hay un menor consumo, por la caída del patrimonio de la clase media y por los desajustes que crea en la economía en general. A excepción de Maduro, a nadie se le ocurre pensar que hay que llevar a más personas a vivir en la pobreza para que seamos felices. A los envidiosos les remuerde lo que tiene el otro, y eso es pecado.

Este autor, de manera poética, les da otros nombres a los jinetes de los caballos del Apocalipsis de san Juan (Apocalipsis 6). A los caballos blanco, rojo, negro y pajizo (amarillento, crema, pálido o verdoso), que corresponden a conquista, matanza, carestía y muerte. A estos nuevos jinetes que disminuyen la desigualdad los llama guerra, revolución, quiebra y plagas. Su tesis es que la historia demuestra que la desigualdad se estrecha con una gran violencia y que la estabilidad genera riqueza, lo cual conduce a la desigualdad.

Uno de los jinetes de Scheidel se llama revolución, se refiere a verdaderas revoluciones como la comunista y la francesa, no la satrapía roja que en la práctica les ha cortado la cabeza a los otros ricos, no a los suyos; por eso es que ese jinete no se analiza en este artículo. Otro de los jinetes es la peste, a la que no hemos llegado todavía, estamos cerca, así lo afirma cualquier médico epidemiólogo. Tenemos tuberculosis, malaria, sida y muchas otras enfermedades contagiosas que se podrían controlar con una política de salud como las que se llevaban a cabo en la república civil.

Quiero destacar el tercer jinete de Scheidel, lo llama quiebra, siendo el nombre completo el de Estados fallidos y los derrumbamientos de sistemas. La idea que elabora en ese capítulo es que la disminución de las diferencias materiales también se puede dar por la destrucción del Estado. Los Estados que se derrumban han afectado la riqueza de las élites, de los corruptos, de los ricos en general; eliminan las jerarquías, las instituciones, la estabilidad y la seguridad de los ciudadanos.

La lógica del planteamiento es que la caída de los ricos disminuye la desigualdad. El conflicto entre las clases dominantes afecta la riqueza y perjudica el patrimonio. Es evidente que en Venezuela el valor en dólares de los inmuebles se ha depreciado, ahora los ricos con los mismos bienes son menos pudientes. La eliminación de fuentes de riqueza como las industrias, con el desempleo asociado, impide el crecimiento económico y aumenta la pobreza. Estamos ante un cataclismo social provocado por la destrucción de las fuentes de ingreso. La guerra económica del gobierno contra la población disminuye las diferencias materiales de la sociedad. Pase hambre, luego hablamos.

Los estratos superiores han sido afectados o se fueron del país, sin instituciones ni tribunales que los protejan de la depredación de la élite gobernante, con pocas oportunidades de defender su capital, primero hay que pensar en salvar la vida luego nos preocuparemos por los corotos.

El gobierno, actuando como una cleptocracia, es el problema, no hay mejora de las condiciones de vida, no hay bienestar social. El chavismo ha pisoteado las desigualdades con sus políticas, a costa de vidas, ahorros, salud, alimentos y tranquilidad.

No sé ustedes, yo prefiero la desigualdad en la riqueza que la igualdad en la pobreza. Maduro ha logrado que el coeficiente de Gini baje a costa del sufrimiento de la sociedad.

Salga a protestar, no se quede en su casa. No importa lo que diga Maduro y su Gini, somos más pobres por su culpa, y tenemos que hacérselo saber hoy, mañana y siempre.

@rangelrachadell

08 enero 2019

Juicio a los jueces


Sabemos de los horrores del socialismo del siglo XXI, lo vemos en las calles y nos lo cuentan los que disfrutaron de las mieles del poder que huyen de esa manera indigna de gobernar. Me llaman la atención los funcionarios relacionados con el Poder Judicial, con la administración de justicia. Tenemos un Estado sin derecho y la justicia la imparten para mantenerse en el poder.

Los jueces podrían ser juzgados, así pasó luego de la Segunda Guerra Mundial. Se efectuó el juicio internacional en Núremberg a los grandes políticos y militares que gobernaron en el nacionalsocialismo, acusando al régimen nazi de ser una conspiración criminal, y los otros once juicios a distintas manifestaciones de la sociedad alemana.


De esos 11 juicios, el juicio a los médicos tuvo como veredicto que ahorcaron a 7 de los acusados, por el caso a los abogados no mataron a nadie, pero le hicieron un juicio. Fernando Albán no tuvo proceso, murió estando detenido; tampoco a los ganadores de las elecciones de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad de Carabobo, a quienes le desconocieron su proclamación sin otorgarles derecho a la defensa; suspendieron el referéndum revocatorio contra Maduro con decisiones de tribunales penales incompetentes en materia electoral; en el procedimiento judicial a los diputados ganadores en Amazonas en 2015 –con inmunidad parlamentaria desde su proclamación– les dictaron una medida cautelar que desconoció su investidura y el expediente lo metieron en una gaveta para ser decidido más nunca.

Ya escucho a los jueces invocar que seguían órdenes, que los llamaban del despacho presidencial o la señora de la casa, exigiéndoles lealtad a la causa y les decían cómo debían sentenciar. La Constitución establece que los magistrados, los jueces, los fiscales, los defensores públicos, para garantizar la imparcialidad y la independencia, no podrán llevar a cabo activismo político partidista (artículo 256), es decir, trabajar a favor del PSUV o del socialismo del siglo XXI o de la familia del gobernante. No pueden alegar obediencia debida, por cuanto no hay norma que la prevea o relación jerárquica o de dependencia con el presidente de la República o sus funcionarios o los miembros de un partido, no hay vínculo de subordinación, no se comete indisciplina ni se genera desobediencia. A menos que tengan el temor de que los vayan a matar, al igual que a empleados de Pdvsa en cautiverio, lo que significaría que este es un gobierno de delincuentes. ¿Quién lo creería?

Ese fue el caso de Ramón Eladio Aponte Aponte, magistrado huido del Tribunal Supremo de Justicia, quien reconoció que recibió órdenes directas de Chávez de condenar a Iván Simonovis, Henry Vivas, Lázaro Forero, Erasmo Bolívar, Luis Molina, Arube Pérez, Marco Hurtado, Héctor Rovain, y a su vez le ordenó a la jueza Anabella Rodríguez del Juzgado 13 de Primera Instancia en Funciones de Control en Caracas que decretara la orden de captura que le solicitó la fiscal Luisa Ortega Díaz. En Sala Penal, Aponte y los demás magistrados: Deyanira Nieves, Miriam Morando y Héctor Coronado Flores, firmaron la condena que dispuso Chávez, y solo salvó su voto la magistrada Blanca Rosa Mármol. Esta confesión es de 2012, considerando cómo se ha agravado la intervención del Poder Judicial podemos esperar muchas decisiones con estas características.

Como dijo Hermann Goering en el juicio en Nuremberg: "Una vez que llegamos al poder, estábamos decididos a mantenerlo en todas las circunstancias". Christian Zerpa, magistrado huido, declaró sobre la intervención del Tribunal Supremo de Justicia, reconoció que le daban órdenes, que los magistrados son cómplices de la dictadura. Desde la oposición lo estamos diciendo hace años, que no hay separación de poderes y que por eso es que a este gobierno no se le puede llamar democracia. Esa es la manera de mantener el dominio en toda circunstancia.

En el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela hay de todo, desde un magistrado asesino de ancianas hasta acosadores sexuales, pasando por arrastrados al poder, una fauna muy variada que no tiene estatura ni dignidad para renunciar, huyen. Los juristas del horror, como llamó Ingo Müller a los jueces alemanes que se prestaron a los crímenes contra la humanidad y contra la libertad, no padecieron la muerte por ahorcamiento, la más vil de todas, no les pasó nada. En nuestra época, estos funcionarios se van del país, piden asilo y chismean a sus colegas, qué fácil es cambiar de bando. Capaz que vuelven al país el día que se recupere la democracia, pidan su pensión por los servicios prestados y logren una indemnización por denunciar al gobierno al que aprovecharon.

Alegarán el “firme ahí”, que usted es un bobo que cobra quince y último, recibe bono de fin de año y pernil. Estos magistrados seguirán subscribiendo las sentencias que les pongan delante, con los ojos cerrados, sin importarles las consecuencias, los inocentes, las familias destruidas, los bienes expropiados, confiscados y perdidos, los partidos intervenidos e ilegalizados, o la representación obtenida. Todo sea por la causa, la causa de cogerse los reales.

En el país de los cobardes el tuerto es rey.

@rangelrachadell