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27 noviembre 2018

La biblioteca de palacio


Muchos años después del bombardeo de la sede de gobierno, se encontraron algunos libros intactos y otros chamuscados. Un descubrimiento increíble, la biblioteca del dictador, lo que le gustaba leer y releer, sin prisa, ya que aseveraba que los buenos libros se leen lento, despacio, palabra por palabra, como se inició con su ma, me, mí, mo, mu.
De su puño y letra escribió la lista de sus obras preferidas que lo acompañaron en sus años de desvelo, esperando la gran idea que nunca se le ocurrió. Su preocupación fue la guerra económica que él mismo creó. Nada de lo que implementó resultó útil, y eso que despidió a algunos de sus seguidores, extrañó a otros, y hasta alguien se lanzó al vacío o por lo menos eso dice la versión oficial.
Fue inaudito encontrar la Biblia en esa lista, siendo la explicación de esa presencia que era un libro muy chistoso. Los apóstoles tenían sobrenombres, a uno lo llamaban mellizo a otro el menor. El cuento de Eutico que, mientras predicaba Pablo, se durmió, cayó de un tercer piso y se murió; o el relato del calvo que ante la burla de unos muchachos los maldijo y dos osos se los comieron. Es un libro muy entretenido, si se sabe buscar.
La Ladrona de Libros, de Markus Susak, sigue en la lista, hermosa historia, título que es sinónimo de malas costumbres.
De Francisco de Quevedo le gustaba recitar el Poema al pedo; por razones de espacio no lo voy a transcribir. El bigotudo se reía al declamar en voz alta.
De Girolamo Cardano tenía un ejemplar de Opus novum cunctis de sanitate tuenda, ac vita producenda studiosis apprime necessarium: in quatuor libros digestum. Como no sabía latín no se lo leyó.
Aparece una anotación al margen con el nombre de Celestina, sin aclarecer si es la obra de Petrarca o la de Octave Mirbeau, se sospecha es la de este último, por cuanto la primera es extensa y el señor impaciente.
Astrología para dummies, de Rae Orion, las decisiones políticas se basaban en la posición Luna y Marte, no importa que en 1543 se publicase el libro de Copérnico que desvirtuaba la seudo ciencia.
Le entretenía Diario de un niño tonto, de Antonio de Lara, subrayado y comentado, se evidencia que le dedicó su tiempo.
La mencionada lista fue afectada por el fuego. Algunos libros quedaron sin autor, como fue la obra Estudio clásico de las consecuencias no previstas, el cual le afligió hasta la tristeza en su gobierno. Auge y progreso de la estupidez (no confundir con Auge peligroso de la estupidez humana, de Gustavo Flores Quelopana). Sistema heliocéntrico del cosmos; Sobre la naturaleza y la causa de las cosas, y el imponderable In summa Imperium gaffe; con lo que demuestra su interés en variados temas que le auxiliaban en el gobierno.
Su esposa, para su cumpleaños, le regaló un bello libro titulado Todos nos casamos con idiotas, de Elaine W. Miller.
De cabecera mantenía el libro Cómo desaparecer por completo y no ser encontrado, de Sara Nickerson. Lo intentó varias veces, pero no lo logró, y eso que el palacio era grande para jugar a las escondidas.
Se encontraron dos tomos empastados en rojo escarlata con letras amarillas, el Tomo I titulado Sancionados por las medidas de Barack Obama y el Tomo II Sancionados por las medidas de Donald Trump. Él atesoraba estos libros para cuando vinieran tiempos difíciles. contenían la relación de los favorecidos por el Socialismo del siglo XXI, los que se llevaron cuantiosos recursos, los personajes que colaboran en los tiempos duros, gracias a su anuencia pudieron robar.
A su amigo González López le regaló varios volúmenes de Narraciones terroríficas (autores variados), y este se los devolvió con una nota que decía: “gracias, no me hace falta, yo tengo más imaginación que Sade y Poe”.

En el medio de la lista se encontró Los tres impostores, de Arthur Machen. Él se parecía a uno de los personajes, el otro murió un día distinto a su fallecimiento, en otro lugar y de una enfermedad que nunca se aclaró, el tercero o tercera todavía está huyendo.
Llama la atención los libros ausentes en la lista, aquellos que todo venezolano, colombiano o cubano aspirante a presidente de nuestro país debió leer, tales como: La democracia en América, de Alexis de Tocqueville. Del buen salvaje al buen revolucionario, de Carlos Rangel. Cesarismo Democrático, de Laureano Vallenilla Lanz. El poema Vuelta a la patria, de José Antonio Pérez Bonalde, y tantos otros.
Ésa era la biblioteca del dictador, innecesaria en la época del ciberespacio, en la que todo se consigue de manera digital. El gobernante tenía libros, ya que se encargó de destruir la Cantv y el Internet en Venezuela.
Las lecturas para gobernar con justicia son necesarias, aunque no indispensables, con una sola frase es suficiente: no hagas daño a los demás y repara el daño que hayas hecho.
@rangelrachadell

13 noviembre 2018

Compre dólares


No compre petros ni lingoticos, con eso no hace mercado. En cambio, con los flamantes dólares que le envía su familiar desde allende las fronteras puede adquirir ese rico solomo, la punta trasera o el lomito para la parrilla. Con el sueldo o la pensión no compra dos kilos de carne y le faltan el carbón y los chorizos. Además, cambiar divisas no es pecado.

La clase media pudo llegar a 20% de la población, y eso contando con los que había antes de que el gobierno expulsara a tantos connacionales por sus políticas erradas. Muchos de ellos guardaban el dólar de la suerte en su cartera, por aquello de que el dinero atrae al dinero. Haga una encuesta y pregunte si han visto un billete americano, de 1, 10 o de 100 –este último muy bonito y apenas tiene 5 años el nuevo diseño–. Dependiendo de la respuesta se enterará de si su interlocutor fue clase alta, media o si nunca lo ha sido. No vale: no sabe, no contesta y, cuidado, hay quien miente.

El dólar omnipresente en todas las operaciones comerciales es de gente con dinero que ganó plata o la tendrá. Si usted no piensa en dólares no sabe lo que está pasando en la economía. Regresemos a la encuesta; pregúntele a su abuelo si alguna vez abrió una cuenta en un banco de otro país, de preferencia Estados Unidos. Si el familiar tuvo riqueza, bastante, pero nunca pensó ahorrar en divisas es porque creía en esta tierra de gracia, no dudaba de sus dirigentes, tampoco se le ocurrió que necesitase confiar en una institución financiera extranjera, no importa que la inflación fuera endémica en Venezuela y superara en promedio 40% anual, llegaron los chavistas y la llevaron hasta el infinito y más allá.

Por supuesto, tener los ahorros en divisas tiene sus riesgos. Si la pregunta se la contestaron de manera positiva, siga con la encuesta. Muchos venezolanos abrieron cuentas offshore o costa afuera y fueron burlados por bancos nacionales o internacionales que no respondieron por esos depósitos, aunque prometían hacerlo. Los bancos de Estados Unidos cubren hasta 250.000 dólares por depositante, el Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (Fogade) se comprometía a pagar fabulosos 30.000 bolívares o 0,3 soberanos. Desde la crisis financiera de 2008, en el país del norte, en la que cayeron los bancos y la banca de inversión, de los cuales se creía que eran muy grandes para quebrar, no hay sitio seguro, en ningún lado, menos en Asia.

Si quiere comprar dólares, euros, petros o como se llame la moneda que entregue algún día el gobierno, empiece por perder su tiempo con el Sistema de Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom). Inscríbase, llene planillas, ofrezca sus datos, remueva los caracoles, escrudiñe la borra de café y adivine el monto que debe ofertar para hacerse acreedor de alguna divisa. Mientras tanto, entérese de las claves de la subasta. La que llama la atención es que tiene que dejar los bolívares –incluida la comisión– paralizados en su cuenta, y el dólar libre mostrenco. Si desperdicia una semana en trámites, ya que el sistema no informa las reglas claras, no le dice las horas y días en los que debe postular su solicitud, desaprovecha la diferencia cambiaria que algunas semanas ha llegado a ser de 100% de devaluación. Puede que mediante ensayo y error consiga una tendencia, tal vez, si oferta 30% de lo que está el dólar negro, le adjudiquen algo. Fuera Satanás.

Hay diferentes tasas Dicom, dependiendo del banco con el que trabaje, y el promedio publicado no le sirve de nada, apueste y pierda. El gobierno gana y se ríe. Si varias personas colocan postulaciones al posible monto del Dicom, y alguna acierta el monto de la adjudicación, júrelo que no le van a asignar nada. Es algo mágico.

En el mundo real funciona así. Dos maracuchos deciden ir a tomar cervezas y uno dice: vamos al Troly, que allí la cerveza está a dos dólares, hay música y dan pasapalos. El otro le contesta, no mi pana, no tengo suficiente dinero, mejor en el Lytro, están a un dólar. No hablan en bolívares, nuestra moneda no sirve de referencia para construir el sistema de precios, no es estable y no tiene aceptación inmediata. Ofrezca dólares, nadie los despreciaría.

Pida la cotización de un seguro, de cualquier tipo, calcule el monto de la prima, cámbielo a dólares y es posible que esa cantidad le cubra el siniestro. No me crea, pero ha pasado, esta administración ha logrado el milagro de que la cobertura de su siniestro sea menor a lo pagado para adquirir la póliza.

En noviembre de 2017 el dólar libre no costaba 1 soberano, ya ronda los 300, ninguna inversión, a excepción de contrabandear gasolina, rinde tanto. Traficar droga es peligroso y menos rentable.

Viva en dólares o sufra en bolívares.

@rangelrachadell