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28 octubre 2014

Un espejo como estrategia

Recuerdo que la oposición tomó una plaza y la bautizó “plaza de la meritocracia” y el gobierno tomó otra plaza que llamó “plaza de la revolución”; hacer lo que hace la oposición es una estrategia, como un espejo, para que no se vea diferencias entre unos y otros.

Cuando la oposición hizo grandes marchas el gobierno también hizo marchas el mismo día, ambos bandos se atribuían la mayor cantidad de seguidores; para cada parcialidad su marcha era la mejor, pero no se convencía a nadie.

Hace poco la oposición llamó a una marcha por la inseguridad, se murió un diputado y se suspendió, al poco tiempo se volvió a convocar y el gobierno decidió marchar el mismo día y a la misma hora. La oposición tuvo consideración con el dolor de los seguidores del partido de gobierno, y el gobierno mantuvo su estrategia –un espejo de las actividades de la oposición–.
Del otro lado está la realidad


Una variante de la estrategia espejo es la proyección, esta consiste en reflejar los vicios del gobierno en la oposición, llama fascistas a los opositores cuando los que se comportan como fascistas son los del PSUV. También hay proyección cuando denuncian que la oposición robó en la cuarta república; el gobierno acusa al pasado de una gran corrupción para justificar sus acciones, es el cuento del ladrón que acusa a otro de robar, no importa que el argumento sea inmoral.

En esta estrategia el contrario no sabe si está ganando, por cuanto ninguno de sus actos se muestra como original, extraordinario o impresionante ya que son constantemente copiados, la estrategia es tan buena que no necesita de ningún esfuerzo intelectual. Como guía de acción el gobierno, o los cubanos, debieron leer el libro Las 48 leyes del poder de Robert Greene y Joost Elffers, en el que se analiza el efecto espejo, y allí dicen estos autores: “Cuando usted refleja a sus enemigos, haciendo exactamente lo que hacen ellos, sus rivales no lograrán deducir su estrategia”.

No solo hemos vivido separados de las ideas, sino que no podemos comparar nuestras actividades, la población no percibe que estamos ganando por cuanto la estrategia espejo funciona.

Si queremos dejar sin efecto este espejo tenemos que hacer actividades que el gobierno no pueda replicar. Las guarimbas lo lograron, el gobierno no podía replicar las guarimbas sin hacerse daño a ellos mismos, y la solución que consiguieron fue curiosa, encerraron a la oposición en el Este de Caracas, así los seguidores del gobierno no pudieron ver lo que pasaba en el otro lado de la ciudad, en el oeste de Caracas todo estaba funcionando normalmente; es como si hubieran colocado entre el este y el oeste de la ciudad un parabán, una cortina o una pared, o volteado el espejo para que no pudieran ver lo que sucedía al otro lado.

Las guarimbas se enmarcan en la estrategia de fuerza, y el problema con la estrategia de fuerza es que necesita estar al mismo nivel del contrincante. El que pensó que las guarimbas provocarían el levantamiento del pueblo, que servirían como un motor de arranque que movería al país desencantado con las malas políticas económicas del gobierno; como si las guarimbas fueran una chispa que encendería al país, identificó que la oportunidad se presentaba propicia; la intención era buena, pero no era una estrategia, era solo un deseo; y lo lamento por todos los muertos, presos, y detenidos sometidos a régimen de presentación.

El gobierno impuso toda su fuerza; la institucional: con los tribunales apresó a dirigentes nacionales, a alcaldes, a menores de edad, a los que dormían en plazas; con los militares: reprimió sobradamente, con su arsenal contra manifestaciones, sus bombas de última generación, sus uniformes de armadura nuevos y relucientes; y con sus facciosos llamados colectivos: hicieron el trabajo sucio que no era elegante para el gobierno, sus motorizados amedrentaron a los muchachos, se pasearon armados impunemente a la vista de las autoridades.

Hay que reconocer que la guarimba obligó al gobierno a sentarse con la oposición –para un diálogo de sordos–, que tuvo como consecuencia el elevar a la oposición al mismo nivel que el gobierno, se sentaron en la misma mesa, se veían como iguales negociando un tratado de paz –casi un espejo de unos frente a otros–, solo que el gobierno tiene la deseada paz en sus manos, aunque se la pide a la oposición –una evidente proyección–.

En todo caso, no estamos en un punto muerto; las condiciones para una manifestación de rechazo al gobierno siguen ahí, están latentes; lo que no sabemos es como se va a expresar, como se presentará, pero no cuenten con los militares, ellos no son la vía para salir del gobierno, ellos son parte del problema.

Esta lucha es como dijo Thomas Alva Edison, al referirse a su creación del bombillo incandescente: “No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”. En esta lucha vamos identificando estrategias, descartando equivocaciones, teniendo aciertos parciales; confío en que no necesitemos de mil eventos para salir de este desgobierno, por lo pronto haremos otros intentos, ya que pareciera que tienen los días contados.

@rangelrachadell

14 octubre 2014

Memoria e Identidad

Por Jesús Rangel Rachadell
Artículo de opinión publicado en El Nacional

La naturaleza del mal es difícil de definir. Lo que sí es seguro es que coexiste con el bien, eso nos lo enseña san Juan Pablo II en su libro Memoria e Identidad al utilizar la parábola de la cizaña (Mt 13, 29-30), nos dice: “Esto significa que si el mal existe al lado del bien, el bien existe, no obstante, persiste al lado del mal, y por decirlo así, crece en el mismo terreno, que es la naturaleza humana”.

A veces tengo la idea de que nos gobierna el mal, que este existe y que el sistema de gobierno está corrupto por cuanto no practica las virtudes cívicas, como expuso Aristóteles. No es posible que un gobierno no luche suficientemente contra la criminalidad, no facilite el desarrollo personal y económico de la población, incumpla sus compromisos con los ciudadanos; un gobierno que trasmite que no va a cambiar y que las malas condiciones se mantendrán durante mucho tiempo y no se inmuta. Cuando los jóvenes están prefiriendo hacer sus vidas fuera de nuestro país algo malo está en su raíz.

En la mencionada obra se expone una idea sobre el mal, y es que este es una especie de penitencia, el santo padre se refería a que la historia europea tuvo su penitencia en Hitler, quien durante doce años logró encubrir ante la opinión pública los crímenes que estaba cometiendo, hasta el punto de hacer increíble la matanza de judíos, solo que todo salió a la luz pública, como esperamos que ocurra en nuestro país.

También expone que la divina providencia impone un límite a esta locura –todo mal tiene el límite que Dios le imponga–, si dura algo más debe ser por algún motivo, y que en ciertas circunstancias parece que el mal es en alguna medida útil, en cuanto propicia el bien. Haciendo referencia al atentado en su contra dice: “El primer fruto de esta sangre fue sin duda la unión de toda la Iglesia en la gran oración por la salud del papa”.

Para entender el mal hay que analizar sus propias raíces, razón por la que recomiendo el estudio de todo el proceso del socialismo del siglo XXI, hay que estudiar esta desgracia de sistema totalitario que tenemos, hay que descubrir la posibilidad de vencerlo, no nos podemos dejar vencer por el mal, antes tenemos que vencer al mal con el bien (Rm 12, 21).

La sociedad europea tuvo que vivir esa experiencia para tomar nota de esa dramática lección, en nuestra Venezuela estamos viviendo nuestra penitencia, la vivencia del mal desde las estructuras del Estado, “un mal erigido en sistema”; la vivencia de que el crimen llegó al poder y desde allí se le facilita la dominación. Pero como “no existe un mal del que Dios no pueda obtener un bien más grande” nuestra lección debe ser el compromiso por llevar a cabo un gobierno más justo, un gobierno veraz, que se comprometa con toda la sociedad, sin exclusión de pobres o ricos, que le dé la oportunidad a las ciudadanos de ser felices, de resolver sus problemas a través de la administración de justicia; estamos pagando la penitencia de un sufrimiento sin culpa, ya que nuestra generación no cometió los pecados que le imputan a gobernantes anteriores, pero estamos viviendo el sufrimiento para que hagamos un mejor país cuando esta pesadilla termine; no para repetir sus errores, no para equivocarnos, por cuanto este sufrimiento “encierra en sí una promesa de liberación, una promesa de alegría”, debemos tener esperanza por cuanto el mal de la injusticia social, del desprecio de la dignidad humana (en particular de nuestros presos políticos), el mal de la violencia, el mal de la mala economía y escasez en la que estamos inmersos existe “para despertar en nosotros el amor, que es la entrega de sí mismo al servicio generoso y desinteresado de los que se ven afectados por el sufrimiento”; esto es una invitación expresa a participar en política, a participar en la cruzada de liberación de nuestra patria del mal que nos acosa.

Lo que estamos buscando es formar una sociedad de ciudadanos libres que trabajen conjuntamente por el bien común; siguiendo las leyes básicas y naturales para la defensa de la vida y la convivencia humana, que no acepte la mentira de sus gobernantes, que rechace los falsos testimonios en contra de sus opositores, que condene el robo, entre otros muchos; ya que los delitos, al igual que en Nuremberg, serán juzgados y castigados.

“El cristiano está obligado a un amor que abarca a todos los hombres, incluidos los enemigos”, Juan Pablo II


@rangelrachadell