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18 abril 2018

Ciudad desamparada

Los que se van de Caracas pierden su clima, lo verde de sus árboles, la eterna primavera, la lluvia, que en el peor de los casos dura un rato y se calma. Los que se quedan extrañan la alegría de su gente, las bellas mujeres, la actividad cultural. Muchos se han ido.

Un amigo me dice que él desayuna todas las mañanas viendo el Ávila, disfrutando de una montaña distinta todos los días, con un matiz diferente a medida que transcurre la tarde. Me asevera que, cuando ve arreboles al atardecer de Caracas, está seguro de que habrá lluvias al amanecer. Las puestas de sol de Caracas no envidian las de Barquisimeto u otra ciudad del mundo.


Esta Caracas fue la misma en la que se pudo disfrutar de un espectáculo como el de la banda de rock sinfónico Queen, con la portentosa voz de Freddie Mercury; de Van Halen con David Lee Roth o de Guns N'Roses. Ya no viene ni Olga Tañón.

Vivir en ciudad tiene sus beneficios: mejores hoteles, buenos restaurantes, trabajos que permiten el continuo ascenso y remuneración, colegios para los muchachos o estudios de tercer nivel a unos precios que aventajan los aranceles de cualquier universidad del mundo. Eso sí, sin socialismo bolivariano.

La diversidad de empresas industriales o de servicios atraía a los profesionales, aquí se hacía dinero con solo salir a la calle. Una semana en esta ciudad era más productivo que un mes en el interior del país.

Ahora, salga a una avenida, maneje por las autopistas, ya no hay colas. Caracas, la ciudad infernal por el tráfico no tiene vehículos, los carros están dañados o estacionados mientras se venden. Un repuesto es incomprable, un carro se adquiere por una miseria en dólares.

Nos hemos acostumbrado tanto a lo malo de este gobierno, que si oye muchos disparos no llama a la policía, se queda a la expectativa a ver si alguien está intentando un golpe de Estado. Pero no pasa nada.

Esta ciudad ha perdido población, la caída podría estar alrededor de 30%; lo peor es que la cantidad de habitantes sigue disminuyendo. Intente vender un inmueble, no le dan ni la mitad de lo que usted considera que es su valor; los propietarios lo dejan en barbecho. No se construyen apartamentos, la oferta inmobiliaria es infinita, el promedio de antigüedad de las viviendas es alto y sigue aumentando. Se puede adquirir una vivienda por poco dinero, por lo que se justifica la inversión por parte de quienes sueñan con vivir en esta ciudad, siempre y cuando sea en bolívares, no es racional traer ahorros en moneda dura para meterlos en esta incertidumbre de país. Caracas va camino de convertirse en una ciudad de jubilados, propiedad de los que tienen familiares en el exterior que los mantengan con remesas, de viejos sin hijos ni nietos.

Esta ciudad en un foso, todo lo que se le invierta para recuperar el alumbrado, las aceras, cubrir los huecos, es una inversión a fondo perdido mientras gobierne el socialismo. Tenemos una ciudad fracasada.

La posibilidad de cambiar estas circunstancias es baja, considerando la división ostensible de los grandes partidos de la oposición, que deja en evidencia el egoísmo de nuestros principales líderes. Más fácil es jugarse un animal de la lotería y esperar buenos resultados.

Hay quienes dicen que hay que votar, que es la mejor oportunidad de salir de este gobierno, que no es necesario esperar a que vengan los gringos a resolver nuestros problemas. No me extrañaría que mi amigo Carlos pegue una calcomanía en su carro que diga “No me culpen a mí, yo voté por Falcón”.

Vivimos en la ignorancia de lo que pueda pasar, de saber si nuestro voto influenciará el resultado, no tenemos expectativas de cambiar esta situación por medio de elecciones organizadas de la manera tramposa en que se están haciendo. El Consejo Nacional Electoral nos ha enseñado que el voto no tiene valor, que trasmitir confianza no es su política; que, si existiera la probabilidad de que Falcón gane, el viernes antes de las elecciones el CNE cambiaría los centros electorales, obligaría a los electores a estar zanqueando de centro en centro para tratar de votar, o forzando a ejercer el sufragio en zonas inaccesibles o de reconocida peligrosidad, como lo hizo en las de gobernadores 2017. Parafraseando una frase memorable del Sr. Spock: Las necesidades de unos pocos en el gobierno pesan más que las necesidades de muchos.

Mientras llega el día de la votación, sean diferidas o no, necesitamos una marcha, una concentración, una demostración del deseo de salir de este socialismo de porquería. Una demostración como la que se efectuó en Caracas el 19 de abril de 2017, cuando salió una muchedumbre. El gobierno, para las siguientes manifestaciones, apoyado en la fuerza militar, reprimió al pueblo y mató a jóvenes inocentes, con tal de que no se tomara conciencia del triunfo político de la oposición.

Creo más en la gente protestando que en sentencias y mayorías parlamentarias. Caracas debe dar el ejemplo, nosotros somos Caracas, convóquenme que yo salgo.

@rangelrachadell

03 abril 2018

Moneda pendiente

El gobierno ofrece un cono monetario llamado bolívar soberano, lo cual no es ninguna novedad. Lo hizo Chávez en enero de 2008, y lo dio a conocer casi un año antes, cuando informó sobre la posibilidad de esas nuevas monedas en el programa Aló Presidente N° 276, del 18 de marzo de 2007, en el que dijo: Los equipos están trabajando hasta las monedas, los detalles de las monedas, los detalles de los billetes... el nuevo bolívar, el bolívar fuerte.
Maduro, que es el único responsable de la inflación galopante, propone, con menos de un mes y medio de antelación a la fecha de su implementación, el nuevo cono monetario. Sin casi aviso y sin protesto.
En materia monetaria, la competencia es del Banco Central de Venezuela, cuya ley –siguiendo la Constitución– establece que la unidad monetaria es el bolívar, y solo en el supuesto de una moneda común, consecuencia de la integración latinoamericana y caribeña, podría adoptarse otra moneda. Le corresponde al BCV el derecho exclusivo de emitir billetes y de acuñar monedas de curso legal, y ninguna, absolutamente ninguna institución, pública o privada, cualquiera que sea su naturaleza, puede emitir especies monetarias; salvo la emisión de especies para el intercambio de bienes y servicios entre prosumidores, en el ámbito comunal.
No quiero alarmarlos, hay una ley que dictó Chávez en la que se anunciaba el estado actual de postración de nuestra economía y en la que se establecen las pautas para otras locuras. Se llama Ley para el Fomento y Desarrollo de la Economía Popular (decreto ley 6130, Gaceta Extraordinaria 5890, 31/7/2008). En esta se establece la creación de las monedas comunales y eso que llaman prosumidores, que son los consumidores que utilizan unos billetes distintos al bolívar, en zonas limitadas.

El presidente Chávez avisó que el trueque sería la manera de comerciar, que se implementaría el sistema alternativo de intercambio solidario, basado en unas monedas que no tienen curso legal (aceptación obligatoria), ni circulación en el territorio de la República, solo serían válidas en unos ámbitos determinados. Al referirse a las monedas, dijo: “Entonces es el trueque…, yo le aporto a la comunidad y la comunidad me aporta a mí. Y al final, todos salimos ganando. ¿Saben cómo se llama eso? Socialismo”.
Bueno, ya saben, el socialismo es hambre. No hay novedad.
Tengo mis dudas sobre la legalidad de algunas de esas monedas comunales, por cuanto se aprobaron antes de la mencionada Ley de Fomento de la Economía Popular; y si creemos en lo publicado por el BCV, son 12 las monedas comunales. Desde 2007: la lionza: moneda comunal empleada en el primer Mercado Comunitario de Trueque, realizado en Urachiche, estado Yaracuy. El zambo: moneda correspondiente a la Confederación de Consejos Comunales José Leonardo Chirino, en Falcón. El momoy: facilitador de intercambio usado en Boconó, estado Trujillo. Desde 2008: el ticoporo: es la moneda del sistema de trueque de Socopó, en el estado Barinas. La paria: moneda comunal de la península de Paria, en Sucre. El turimiquire: es el nombre de la moneda perteneciente al sistema de trueque biorregión Turimiquire, ubicado en los estados Monagas, Sucre y Anzoátegui. El cimarrón: utilizado en la localidad de Barlovento, en el estado Miranda. El tamunangue: utilizado por el sistema de trueque Saquito Larense. El relámpago del Catatumbo: se usa en el sistema de trueque de Perijá Norte y el sistema de trueque de Perijá Sur. Los guaiqueríes: forman parte del sistema de trueque de Paraguachoa en el estado Nueva Esparta. Desde 2009: el cóndor: se utiliza en el sistema de trueque merideño. Desde 2010: el zamorano grandeza del Tuy: perteneciente al sistema de trueque Kirikire de los Valles del Tuy, estado Miranda.
El BCV no menciona la moneda el mirandino, impuesta de manera forzada en 2006 por el Ministerio de la Economía Popular (Minep), luego conocido como Ministerio del Poder Popular para las Comunas y Protección Social (MPComunas), y que tuvo una sola emisión; dicen que fue un experimento. Y eso que no me refiero al panal, por no ser emitido por el BCV, aunque lo quieren imponer como moneda en la zona del 23 de Enero, en Caracas.
También está la moneda petro, que no se puede comprar con bolívares, y se ha informado que las operaciones inmobiliarias y otros servicios deberán denominarse en petros (creo que se refieren a hacer la equivalencia), y algunos servicios como los turísticos podrán pagarse en esa moneda. Vapores de la fantasía.
A todas estas, pocas personas consiguen un medio de pago, llámese billete de lo que sea: bolívar, petro o monedas comunales para intercambiarlos por bienes, por comida. Los billetes parecen un huevo de Pascua, escondidos para que los busquen, como hacen los niños. Otra obra más del gobierno socialista.
Ya sabe, si usted intercambia harina de maíz por arroz está haciendo realidad el sueño de Chávez, destruir la economía y que nos dediquemos al trueque.
@rangelrachadell