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24 enero 2017

La solidaridad nos salvará

En esta crisis tan atroz que estamos viviendo todos tenemos la necesidad de compartir nuestras preocupaciones con nuestros semejantes. Las personas que pueden tener un pensamiento parecido están en la familia; a ella hay que recurrir para desahogarse. Se supone que, si fueron criados unidos, si son contemporáneos, debieron compartir las mismas experiencias; sobre todo si vivieron la gran Venezuela, cuando no faltaban las medicinas ni los alimentos, en la que había otras carencias, pero en la que se podía vivir bastante bien en comparación a lo actual. La familia tiene la gran ventaja de que conoce su historia, nadie puede mentir ni reescribir sus vivencias, todos las saben, nadie se come los cuentos.

En esta época de carencias acudimos a la familia para el intercambio de productos, para que el tío busque las medicinas, para que el abuelo haga la cola o que el primo preste dinero; en el entendido de que en algún momento se deberá arrimar el hombro apenas sea solicitada la ayuda o sin solicitarse. La solidaridad fraterna no es solo ayudar, es retribuir y estar de primero cuando las circunstancias lo exigen.

Algunas de estas obligaciones de solidaridad son legales, están previstas en el Código Civil venezolano; al igual que todos los códigos de derecho continental contempla obligaciones en la familia: los cónyuges deben asistirse recíprocamente en la satisfacción de sus necesidades (art. 139); los padres deben mantener, educar e instruir a sus hijos menores (art. 282) (ratificada en la Lopna); y si los padres han fallecido la obligación se transmite a los ascendientes, maternos y paternos, por orden de proximidad (art. 283); o la obligación de los hijos hacia los padres, y demás ascendientes maternos y paternos, de asistir y suministrarles alimentos, así como todo cuanto sea necesario para asegurarles mantenimiento, alojamiento, vestido, atención médica, medicamentos y condiciones de vida adecuados para su edad y salud (art. 284); con respecto al hermano o hermana, solo comprende la prestación de los alimentos indispensables para asegurarles el sustento, vestido y habitación (art. 284). El Estado tiene la obligación de tutela sobre los menores abandonados (art. 318), siendo el abandono un delito castigado con prisión. Y esto se complementa con la obligación de ayudar a toda persona herida o en una situación peligrosa, siempre que no lo exponga a un peligro personal (art. 438 del Código Penal).

No se olviden de sus amigos, nadie es tan malo que no tenga un amigo; ellos también son llamados a prestar ayuda o a ser ayudados. Mantenerse en contacto sirve para informar de lo que han hecho o para enterarse de las soluciones que los demás están utilizando para resolver los problemas que ha generado el socialismo del siglo XXI; de los precios o lugares en los que se están mercadeando los productos supuestamente regulados por distintos ministerios, al que ningún bachaquero le teme; y de las expectativas de empleo o los trabajos que tienen sus conocidos en el exterior.

El actual gobierno venezolano es el típico “Estado depredador”; que de manera mafiosa rompe las reglas a su conveniencia; manipula la justicia; reparte beneficios a sus ministros; que ha creado una familia cerrada en la que administran el poder con la excusa del bien común, cuando lo que vemos en la ciudad es miseria. Este “Estado evanescente”, que se esfuma, que está ausente, existe formalmente para reprimir, pero no existe para organizar a la colectividad, la justicia, la seguridad, la salud, la economía y tantas otras responsabilidades. Ante esta manera de gobernar estamos indefensos.

Tome el teléfono, asista a su culto religioso, a la plaza, al parque, al centro comercial; reúnase, hable y escuche; solo así podrá vivir en sociedad. ¿No marchó? No se preocupe, siempre habrá otra oportunidad. No se quede en su casa si percibe la realidad de modo diferente a como la hace figurar el gobierno. Si se indigna, si se encoleriza con las actuaciones del poder y tiende a dudar de que haya otras personas, o por lo menos las suficientes, que se molesten como usted, salga a la calle y acompañe a la oposición.

El autoritarismo nos quiere divididos, sin amistades, que no nos incorporemos a las grandes ideas de cambio que necesita nuestro país; que mediante el voto no consigamos expresar nuestras ideas. No podremos sobrevivir separados.

Los seres humanos estamos hechos para vivir en sociedad, y debemos cumplir con el mandato divino de amarnos los unos a los otros (Juan 13, 34-35), por ello es obligatoria la solidaridad, el ayudarse los unos a otros es una muestra de amor.

@rangelrachadell

Artículo publicado en E Nacional y el Diario Contraste


10 enero 2017

71 años de Copei

El Comité de Organización Política Electoral Independiente, nació en el siglo XX, el 13 de enero de 1946, cuando recién Europa estaba saliendo de la segunda guerra mundial y el mundo se llenaba de esperanza por haber logrado la paz.

Hoy Copei no tiene diputados principales en la Asamblea Nacional, solo suplentes, los cuales se ganaron ese derecho por haber sido electos en las primarias de la Unidad, en contra de la voluntad de la directiva impuesta por el Tribunal Supremo de Justicia el 30 de julio de 2015, los cuales llegaron a esos puestos por la simple solicitud a la Sala Constitucional de que los colocaran en la dirección del partido; unos perfectos desconocidos sin raigambre; que no antagonizan al gobierno, y que la Mesa de la Unidad no ha aceptado ni nunca lo hará.

Un partido que llegó a ser mayoría en nuestro país, que manifiesta una inclinación por los valores cristianos, sin ser un partido confesional; que se apoya en la doctrina social de la Iglesia; que se ha opuesto a las barbaridades cometidas por el socialismo del siglo XXI; hoy está postrado, sin facultades para postular ante el Consejo Nacional Electoral –solo los impuestos pueden postular–, con una tarjeta entregada al oficialismo, en el que la gran masa de sus seguidores no está segura de poder participar bajo esa tarjeta en las elecciones a gobernadores y legisladores, por tenerla secuestrada y sumisa a Diosdado Cabello.

Copei pudo ser la cuarta fuerza en la Asamblea Nacional y terminó casi sin nada por el temor que los postulados de Copei fueran controlados por los seguidores del oficialismo, que pudiera romper la unidad de la oposición y cambiar a los diputados postulados por partidarios del chavismo; eso fue lo que provocó la expulsión temporal de Copei de la Mesa de la Unidad.

Los partidos buscan sumar afiliados, seguidores, adherentes a sus ideas, pero la directiva impuesta en Copei –no electa–, se da el lujo de expulsar a dirigentes reconocidos, de comprobada participación democrática, para que no puedan participar en unas amañadas elecciones internas que, para colmo, fueron suspendidas por el proceso de relegitimación de los afiliados de todos los partidos forzado por el gobierno, a través de sus verdugos en el TSJ; y que lamentablemente, la junta ad-hoc no tiene el músculo operativo para reunir las firmas suficientes para mantener la vigencia del partido. Esta operación de expulsión de dirigentes fue hecha por funcionarios partidistas, algunos retirados de la actividad hace muchos años, y otros que se mantuvieron haciendo negocios con el Estado. Todos los partidos buscan sumar, menos la directiva impuesta, que se solaza disminuyendo a sus referentes socialcristianos.


Nicolás dijo que un partido de oposición se iba al gobierno, aunque no se podía estar refiriendo a Copei, ya que la directiva ad-hoc no mueve a nadie, no personifica al sentimiento socialcristiano, por eso es que Nicolás tenía que estar hablando de otro partido, por ahí estamos tranquilos.

La dirigencia legítima de Copei estuvo buscando arreglos, se desgastó en interminables reuniones, intentó un diálogo en el que le aplicaron las mismas estrategias que el chavismo utilizó con la MUD. La junta ad-hoc ofreció participar en unas elecciones internas, obtuvo cargos en la Comisión Electoral Nacional, aceptó parcialmente las directivas de los estados, para luego retirarse del diálogo, no presentarse en las elecciones; intervenir a las regiones sin otorgarles derecho a la defensa; y lograr de la Sala Constitucional una sentencia que anuló las elecciones para complacer a los escogidos del gobierno.

El pensamiento socialcristiano no puede quedar sin encarnación en el país, los valores que escogimos tienen que ser respaldados, necesitamos participar y medirnos; buscar alianzas con otros partidos que nos permita, en el marco de la unidad, llevar a los mejores candidatos a parlamentario en los Consejos Legislativos; y, quien sabe, hasta tener candidatos a gobernador. Actualmente el verdadero Copei no puede postular con la tarjeta verde de toda la vida por estar secuestrada. Si queremos sobrevivir como organización política, y si aspiramos a que la historia de Copei no se pierda en manos de esos corsarios de la política, hay que hacer el mejor esfuerzo para mantener vigente la idea de la eminente dignidad de la persona humana, para llevarle a nuestro país el mensaje de esperanza, oponerse al control absoluto del ejercicio del poder público, y de ser una opción real de poder en el futuro.

Hay que tener cuidado con una supuesta tercera vía propuesta para cambiar el estado actual de cosas en Copei, ya que convive con el chavismo impuesto y aspira a mantener sus cuotas de poder regionales, independientemente de lo que pase en el partido; una tercera vía de caudillos que juegan a estar bien con todos, sin comprometerse con nadie.

Dentro de poco el país se enterará de los esfuerzos para salir del Tribunal Supremo de Justicia, para lograr la unión y solventar la crisis interna; de las soluciones que se están manejando para que la Democracia Cristiana pueda participar en las próximas elecciones y alcance la representación regional que se merezca, acompañando a la Unidad. Por lo pronto, seguimos denunciando esta tiranía que tanto daño hace.

Por la justicia social –como virtud moral orientada a dar a cada quien lo que le corresponde– en una Venezuela mejor.

@rangelrachadell