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02 febrero 2021

Conciliábulo de egregios


En junio de 2015 reflexionaba sobre la siguiente pregunta: ¿este desastre es solo desidia e irresponsabilidad, o es un genocidio en cámara lenta? La respuesta en esa oportunidad fue que en la gestión del gobierno hay “una intencionalidad, que todo es un engaño, un fraude, una simulación maliciosa con la intención de dañar a los más débiles”. Hoy, las ideas al respecto se han madurado.


Lo que estamos viviendo es el desarrollo esperado de todo despotismo. El sistema de dominación implementado aglutina la mayor cantidad de poder en unas pocas manos, un pequeño grupo difícil de identificar que se creen los mejores. Nicolás está acompañado de grupos de izquierda, militares y delincuentes comunes y corrientes. Esas mafias sostienen a la dictadura, cobran la represión de contado y en dólares, a algunos les entregan zonas de paz, territorios, estados completos y colecten su parte. Otros reciben carreteras y servicios públicos. Las gasolineras las adornan con flores y las protegen con soldaditos.


La diferencia entre las democracias y las dictaduras es la cantidad de personas ante quienes responde el gobernante, si son muchos los electores estos se manifiestan y controlan en elecciones libres, si depende de pocos los comicios son un fraude. Si el número de individuos a los que haya que satisfacer es muy alto, la solución se obtiene por la vía de los servicios públicos, obras de infraestructura, hospitales, acueductos, carreteras. En el supuesto que la coalición sea pequeña, el costo total de comprarlos es mucho menor y la corrupción se generaliza.


En este sistema de coalición pequeña se puede prescindir de las masas, son prescindibles. Eso sí, a los militares, a la policía y a los grupos ilegales que son su soporte debe mantenerlos contentos, cuando deje de pagarles lo abandonan y buscan quien les pague o les permita disfrutar de sus bien ganados ahorros. El truco es depender de la menor cantidad de personas y evitar que tengan medios de expresión en contra.


Estas ideas valen en Venezuela, una empresa, un club de playa o un condominio. La gente tiene que participar, exigir, manifestarse, buscar información, abandonar la comodidad, dejar de pensar que quiere vivir tranquila, de disfrutar de lo que pueda, y preocuparse por el gobierno, cualquiera que este sea. Es riesgoso entregar cheques en blanco de confianza, como las leyes habilitantes que permiten legislar sin control. La indiferencia se paga cara.


La educación que se imparte es la básica, suficiente y necesaria para que los obreros aprendan a leer y escribir, la primaria es excelente, pero hasta allí; cuando se habla de los centros de estudios superiores, esos donde enseñan a pensar, se consideran peligrosos. Cerrar las universidades, disminuir las carreras humanísticas, impedir la escogencia de sus autoridades, este es el reflejo de las políticas de coalición pequeña. La gente preparada es un riesgo porque es la que puede sustituir al régimen. Tener un ministro eficiente es una amenaza si demuestra que es mejor gerente que los demás. La negligencia es característica del mencionado sistema.


Lo que sucede en los hospitales es una manifestación clara del sistema dictatorial. Los enfermos son pocos y si se mueren es imposible que voten en contra. El servicio de agua potable es mediocre porque tienen que trabajar. Lo peor es que se dificulta enterarse de lo que pasa sin medios de comunicación. Eliminaron los periódicos, las emisoras de radio, los programas de opinión, persiguen a los periodistas; y, siendo el colmo, la pandemia restringe el derecho de reunión.


El régimen tuvo la suerte de que muchos venezolanos huyeran. Disminuyeron los votantes en contra y la gente que protesta; ahora las manifestaciones, al ser menos personas, se reprimen con pocos muertos. La dictadura recurre al recurso de los grupos paramilitares, los accidentes y la delincuencia común que elimina a los opositores. O la cárcel pura y simple.


Tener una coalición pequeña permite entregar riqueza a pocos, con unos millones de dólares es suficiente. Cuando Chávez gobernaba disfrutó del favor del pueblo y, aun así, permitió que se robaran los recursos económicos del sistema eléctrico, por eso y por la desidia de Nicolás es que tenemos problemas de electricidad. Otro ejemplo, la entrega de ingentes capitales a los militares con el Plan Bolívar 2000, creó la base de su poder si lo abandonaban las masas. Ese régimen de complicidad fue el que recibió el designado como heredero el 8 de diciembre de 2012.



Claro, con petróleo es fácil financiar la estructura de represión, solo que las medidas del gobierno americano en contra de los funcionarios del régimen y algunas limitaciones comerciales restringen los recursos a repartir, aunque el oro en el estado Bolívar les ha permitido solventar en parte los pagos a los miembros del conciliábulo. Una dictadura que tiene recursos naturales se convierte en una maldición. A más dinero reciban por vías distintas al trabajo de la sociedad, menos les importa el pueblo.


El sistema actual desconoció a los políticos de oposición y decidió crear un cuerpo legislativo a su imagen y semejanza. El grito de sumisión fue “Todos somos Nicolás”, y recibieron unos mendrugos de puestos de diputados sin representación que les impide negociar mejores cuotas de beneficios. Cayeron en la trampa de oro que buscaron.


Si queremos lograr un cambio tenemos que democratizar de nuevo a la sociedad, permitir medios de comunicación libres, partidos políticos independientes del gobierno, derecho de reunión y manifestaciones públicas. Sin olvidar a instituciones como el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia y la Fiscalía General de la República, que hoy por hoy son parte del sistema de dominación del socialismo del siglo XXI. Queda mucho trabajo por ejecutar.


@rangelrachadell

19 enero 2021

De librito

 El presente tema obviará a Trump y su invitación a sus seguidores el 3 de enero de 2020 a manifestarse tres días después, o cuando ofreció luchar contra el supuesto fraude electoral o que detendría el robo de su triunfo. Lo demás es historia, sin demostrar nada, ni evitar que declararan ganador a Biden, finalizando en un desorden más parecido a la entrega de bombonas de gas en El Empedrao.


En Venezuela, cada tanto por cuanto, tenemos la costumbre de señalar que la solución a nuestros problemas es un golpe de Estado clásico, ese mismo que pone a funcionar las tanquetas, los aviones y los fusiles. La gente se enamora del desenlace que nos libera de nuestra responsabilidad al fracasar en conseguir por las buenas lo que otros logran por las malas, nuestro deus ex machina preferido (el equivalente a la caballería que llega al final de la película a resolver el entuerto en el que está metido el héroe). Razones hay de sobra, por ejemplo: los partidos intervenidos terminaron viendo utilizadas sus siglas en beneficio de la revolución, algo así como una marca Corn Flakes de Kellogg’s producida por el socialismo del siglo XXI. Podrán usar sus símbolos, pero todo el mundo sabe que no es de Kellogg’s. Las anteriores elecciones amañadas, controladas, suprimidas, alteradas impiden llamar a un nuevo proceso electoral. Sin respeto a los medios de participación es imposible convocar a una negociación; faltará la paz mientras falten las vías de expresión y los mecanismos de colaboración.


Si a alguien se le ocurriera dar un golpe de Estado o provocar un vacío de poder, tendría que llenar las formas, escribir sus justificaciones y seguir el Manual redactado dizque por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el Manual práctico de Edward Luttwak o Tomando el poder de Naunihal Singh. Los golpistas del 4 de febrero de 1992, siguiendo el librito, intentaron matar a Carlos Andrés Pérez, pero se les escapó. Hay golpes sin violencia, llamados fríos, igual al que dio Nicolás en 2013, ratificó en 2018 y continuó en diciembre de 2020, tomó el control de la institucionalidad con la ayuda del Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia, al mejor estilo Fujimori en Perú.


En nuestra noble tierra, en 1948, la junta de gobierno, integrada por Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, disolvieron en toda la República al partido Acción Democrática, ordenaron la clausura de sus locales y suprimieron sus órganos y sus medios de publicidad y propaganda. Ni en eso Nicolás es original, sigue el librito.


La Asamblea Nacional Constituyente francesa (1789-1791) usó sus autoasignados poderes y atacó al clero católico, eliminó los diezmos, consideró que los bienes de la Iglesia estaban a disposición de la nación y procedieron a venderlos, suprimieron las órdenes religiosas y a la nobleza hereditaria; depuso al rey, el cual, en 1793, fue decapitado. Una revolución que asesine al rey es digna de tal nombre.


Los primeros decretos que los revolucionarios o aspirantes a golpista deben tener redactados versan sobre la eliminación de sus enemigos o de aquellos que puedan convertirse en su oposición. Aunque es el comportamiento esperado, a Carmona Estanga se le criticó que los decretos leídos el 12 de abril de 2002 (así lo da a entender Juan Carlos Zapata en El suicidio del poder en Venezuela) eran una torpeza, y reconocen que son réplica de los decretos de Chávez, es decir, seguían el librito de todo buen golpe de Estado. La injusta persecución a Brewer-Carías por la supuesta redacción de esa normativa –que hubiera sido transcrita sin errores si fueran de su autoría– llevó al jurista venezolano a exiliarse.


Los decretos de Chávez se referían a las siguientes disposiciones: disolución del Congreso Nacional, disolución de asambleas legislativas, disolución de cámaras edilicias, disolución de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de la Judicatura, disolución del Consejo Supremo Electoral, elección de nuevas autoridades municipales por medio de asambleas populares y otros desafueros.


El anterior y el actual gobierno llevaron a cabo todas las medidas mencionadas y se encargó de expulsar a los políticos más conocidos, quedándose la escoria que en esos partidos fracasaron en avanzar o destacarse, y con una escoba barrió a unos hacia la supuesta oposición y a otros los incluyó en la nómina oficial, aunque todos cobran.


La denominada civilización petrolera (Ibsen Martínez) le ha costado resurgir de las cenizas en las que la postró el socialismo del siglo XXI y del black out informativo en el que estamos inmersos. Los alumnos del manual cumplieron sus objetivos, nos toca imaginar la manera de cambiar la situación.


Si tienen dudas de cuál es el talante de quien nos gobierna les aconsejo la lectura de El manual del dictador de Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith, muy entretenido y muestra que los hijos de Chávez siguen al pie de la letra esta segunda parte del golpe de Estado. Nuestra realidad parece un libro de texto.


@rangelrachadell

05 enero 2021

Resistencia frente a la adversidad

 

Nicolás expresó, en su mensaje grabado de Año Nuevo, un discurso muy parecido al de la oposición. En una “proyección” evidente que en psicología es poner en los demás los deseos o los actos que quisiera realizar el sujeto; habló como si fuera Guaidó, los logros obtenidos por los otros son los de él, reprochó las malas acciones y dijo lo que los dirigentes de los partidos políticos intervenidos hubieran dicho. Es decir, él no es él sino el otro.


La cadena se inició refiriendo un supuesto derecho a la información veraz, el cual es inexistente al tener periódicos restringidos o eliminados por el control del papel, por bloqueos a las páginas de Internet o la eliminación de las empresas radiales. Esa supuesta veracidad fue la piedra en el zapato de Caldera cuando incluyó ese concepto en su proyecto de Constitución, ya que toda información es parcial y parcializada. Si el gobierno fuera sincero debería iniciar sus alocuciones con “esta es nuestra versión de los hechos” o “esta es nuestra visión”, pero es mucho pedir. Lo que ellos dicen es la verdad, sin duda.


Lo que yo escuché fue depurado por la realidad que veo a mi alrededor y es diferente a la del discurso, por lo que pongo entre guiones mi percepción. Aclaro, lo que oí es distinto a lo que entendí.


Manifestó en su discurso su apoyo a todas las mujeres que resistieron –a su gobierno–, al pueblo venezolano por su valentía –de salir a las calles a buscar la comida y aguantar a los policías matraqueros (corruptos)–. Su balance como una gran familia –la que ocupa los cargos en todos los niveles del régimen–, y que todo lo vivido en este 2020 ha sido una proeza –con la hiperinflación causada por sus nefastas políticas–.


Cuando dijo que Venezuela se ubicó en el modelo de vanguardia de la defensa de la vida del pueblo me generó un corto circuito, me imaginé a los habitantes de Güiria muriendo en el mar huyendo del mencionado modelo. La poderosa misión médica –esa misma que no tiene medicinas, instrumentos ni aparatos– y que, gracias al aporte de trescientos dólares aprobado por la Asamblea Nacional, ayudó a mantener en sus puestos de trabajo al personal del sector salud, porque el gobierno no les dio aumento de sueldos, materiales de bioseguridad ni invirtió en los hospitales.


El mensaje cumplió con el reconocimiento a la Fuerza Armada por mantenerlo en el poder, sin ella no sería nadie, sin legitimidad y apoyo del pueblo es imposible gobernar. Se refirió a un bloqueo –inexistente– y a sanciones criminales, le faltó agregar que estas son personalísimas, y que se implementaron en contra de funcionarios corruptos y a torturadores reconocidos.


El colmo fue haber dicho que somos uno de los países con más baja letalidad del covid-19 –con sus estadísticas dudosas–; cuando cualquier médico que trabaje en instituciones públicas o privadas ve crecer la cantidad de enfermos a los que no se les hace la prueba respectiva, que no entran en los registros, de gente que les huye a los centros de salud por ser el principal lugar de contaminación. Me tuve que reír al oír que la letalidad es menor a 1% y que la recuperación roza el 96%, pues es inexplicable ese 4% que no se recupera, debe ser que se mueren sin ser considerados para la mortalidad. Por lo pronto, quedamos amenazados con una vacunación masiva dentro de unos meses.


Testimonió el nivel de crueldad nunca visto –del gobierno que dirige Nicolás–, se quejó de las sanciones “en contra de nosotros”. El robo por otros de los activos de la República en el exterior –siendo ellos los únicos que pueden expoliar el erario nacional–. El bloqueo a las fuentes de ingreso de Pdvsa los perjudica, y que ha sido un acto de heroísmo mantener la revolución. Reconoció que los ha perjudicado esas medidas –reconocieron que han logrado un efecto y disminuido 99 % de los ingresos–. Lo que no dice es que el supuesto Estado de Bienestar estaba quebrado desde antes.


Aseveró que se puede distribuir la riqueza nacional con sentido de justicia e igualdad, lo cual me resultó extraño cuando pensé en las colas en búsqueda de gas, las señoras cocinando con leña, la comida dañándose en las neveras sin electricidad. También, cuando se refirió a una educación pública, gratuita y de calidad –tenemos universidades cerradas, los alumnos sin Internet o energía, y los colegios y liceos sin maestros y profesores por falta de gasolina y transporte público–.


Cuando habló del modelo ejemplar de derechos y que somos el pueblo de las dificultades –generadas por esta manera criminal de gobernar–; que cada caja CLAP –sin el pernil ofrecido–; es parte de la épica de realizar mucho con poco gracias a la fórmula de la unión cívico militar policial –y siempre represiva–.


Contamos que se cumpla el ofrecimiento de un nuevo ciclo político que se inicia en este 2021, y que se vayan todos estos chavistas que tanto daño infligen a nuestro país. Lo malo es que tiene varios años ofreciendo momentos trascendentes en nuestra historia, como cuando ofreció sorpresas económicas en 2020.


El título de este artículo es parte del discurso de Nicolás, igual lo pudo decir la oposición, un corte y pega idéntico al que él nos tiene acostumbrado.


@rangelrachadell

22 diciembre 2020

Nicolás está feliz


La semana pasada corrió el rumor que el presidente electo de Estados Unidos de América, Joe Biden, podría suavizar las sanciones impuestas a funcionarios del gobierno chavista, acusados de ladrones, asesinos, extorsionadores y defraudadores del patrimonio de la República de Venezuela. Esos mismos por los que se ofreció recompensa por su detención. El levantamiento de las medidas lo plantean a cambio de que se efectúen elecciones libres; ya veremos si son presidenciales, de diputados, gobernadores, legisladores, alcaldes y de concejales. Unos megarrecontra comicios.


Que lo llamen dictador, sátrapa o criminal le es indiferente; si el gobierno de Estados Unidos lo llama a conversar lo está legitimando. Lo reconocerán como el hombre que manda de hecho en Venezuela, sin que le importe que desconozcan la investidura obtenida mediante el fraude en las elecciones de 2018, él atenderá el teléfono y oirá lo que tengan a bien pedirle. Descarto que sea sincero en su respuesta. Esa es la política real.


La estrategia de Nicolás es transparente, hará lo de siempre: una reunión con discurso, mucha gente, bastantes medios de comunicación; que se entere el mundo entero de que él, en un acto de magnanimidad, se reunió para hablar de una democracia manchada de sangre, roja rojita. Sus negociadores se comprometerán en liberar a los presos políticos y soltarán a dos o tres de los cientos que están en las mazmorras de los distintos cuerpos de seguridad. Las conversaciones se extenderán con la excusa de que ahora si tienen una Asamblea Nacional patriótica, con unos diputados que representan al pueblo, una oposición sumisa y bien pagada que acompañará todas las manifestaciones de apoyo al levantamiento de las medidas contra los funcionarios y a las empresas del gobierno. El negocio está primero.


Por supuesto, Nicolás, para sentarse a negociar sobre posibles elecciones, pedirá que le devuelvan las joyas de la corona: Citgo Petroleum Corporation, Monómeros Colombo Venezolanos S. A., y el control de las reservas de oro guardadas en el Banco de Inglaterra. Lo más seguro es que proponga que se repitan las votaciones de diputados a la Asamblea Nacional, por lo que los recién electos se sentirán defraudados cuando sean desechados en la negociación, sin influencia en las decisiones, sin nada que alegar a su favor. El objetivo es alargar la agonía. Los comicios presidenciales deberán esperar. Este es el arduo camino de la oposición.


Es posible que en la mesa de negociaciones se sienten representantes de la verdadera oposición, alguien designado por Guaidó o por los partidos que lo respaldan y todavía persisten en funciones en la Asamblea Nacional, hasta que sea electa una nueva. Los beligerantes obtendrán reconocimiento. El diligente Tribunal Supremo de Justicia dictará sentencia para dejar sin efecto las intervenciones de las organizaciones políticas que eran opositoras y ahora son afines al gobierno. La lista es larga, empezando por Copei que fue el primero que intervinieron y le designaron varias juntas interventoras que denominaron ad-hoc.


El gobierno se opondrá a la sustitución de magistrados del TSJ, eso es su seguro de vida en el supuesto negado de que los opositores obtengan más diputados que ellos. Siempre queda el viejo truco de dejar sin efecto la elección o desconocer al órgano legislativo, de perjudicarle el resultado. El Consejo Nacional Electoral será objeto de una nueva reestructuración, saldrán los cinco rectores afectos al régimen y designarán otros. Eso sí, nada de mutuo acuerdo, de dos para cada una de las partes y un independiente pro-gobierno, serán tres de la dictadura y dos desconocidos, lo toman o lo dejan, y la oposición tendrá el mismo dilema de 2004, un CNE medio aceptable, con el argumento de quien tiene los votos todo lo puede. La experiencia dicta lo contrario, la administración chavista se aprovechará de cualquier ventaja, juegan sucio y la trampa podría estar escondida en un artículo anodino de un reglamento olvidado.


La oposición pondrá en la mesa los temas álgidos, el hambre que pasa el pueblo y la búsqueda de comida en basureros. La emigración forzada y los muertos en la frontera, en Táchira, en Zulia o en el estado Sucre, la complicidad del gobierno de Trinidad y Tobago con los ahogados o la presencia de la FARC en nuestro territorio. La hiperinflación provocada por las medidas económicas y la falta de papel moneda para efectuar las transacciones al menudeo. La escasez de gasolina, la expoliación de los pocos dólares que tienen los venezolanos por un combustible cobrado a precio internacional con calidad de socialismo del siglo XXI. La corrupción oficial en general y la militar en particular. Las desapariciones forzadas provocadas por órganos como la FAES. El pernil que ofrecieron a cambio del voto y que nunca llegó o estaba descompuesto. La compra de la vacuna del covid-19. La violenta represión en contra de los manifestantes. De todas maneras, siempre se podrá agregar uno que otro asunto que Nicolás se niega a resolver.


De repente, todo termina, los gringos se desencantan y entienden que le siguieron el juego a la dictadura sin obtener nada a cambio, sin mejoras políticas, aunque tal vez una que otra reforma económica financiada por el imperio.


Como cantó Rubén Blades: “Esto se acabó, vida / La ilusión se fue, vieja / El tiempo es mi enemigo.


@rangelrachadell


08 diciembre 2020

Ahora nos toca a nosotros


El Consejo Nacional Electoral anunció –muy tarde– que ganó el chavismo, la oposición no reconoció, y todo sigue igual. Mucha hambre, misma falta de electricidad, idéntico desabastecimiento de gasolina. Queda la deuda de la comida y el pernil ofrecido a quienes trabajaron en los centros electorales, los verdaderos votantes de este proceso, aparte de los que estaban obligados a riesgo de perder su vivienda, su caja CLAP o su trabajo. Al último bono le faltó impulso para llegarle al precio del voto.


Los soldados fueron los testigos del proceso de este 6 de diciembre, ellos presenciaron la ausencia de electores en los centros de votación. Aparte de los aburridos funcionarios electorales, no detuvieron a ningún elector, tampoco las abuelitas le llevaron un pan ni una sopa. De nada les sirvió el fusil y el casco. En el transcurso de la semana observarán los anuncios oficiales que refieren miles de votantes que justificó que la jornada se extendiera hasta la noche en locales vacíos. Lo comentarán en la barraca, se lo dirán al familiar más cercano; la verdad correrá como pólvora y los tenientes, capitanes y mayores reconocerán lo que pasó. No votó nadie.


Pocos se trasnocharon esperando los resultados de las elecciones, a casi nadie le importó que le dieran medio cambur a cada partido político de Nicolás por su participación. Sin competencia real no hay baranda que mantenga la expectativa. Total, la Asamblea Nacional Constituyente aprobaba leyes sin discutir o cumplir con el procedimiento constitucional, los nuevos empleados serán tan sumisos como aquellos. La jornada fue equivalente al 2 de diciembre de 1957 de Pérez Jiménez, puro funcionariado y algunos becados.


Después de las fraudulentas elecciones nadie toma en cuenta a Nicolás, y es ignorada su dignidad presidencial. Sabemos que Rusia, China, Turquía, Cuba e Irán emitirán las felicitaciones correspondientes. Las notas de estilo de las cancillerías dirán que el pueblo venezolano demostró –nuevamente– que se mantiene firme en su lucha contra el otro imperialismo y que la renovación de su Poder Legislativo fue un proceso pulcro, sin mancha, digno de ser copiado por cualquier otra dictadura. Un ejemplo de la democracia chavista para el mundo.


Desde el año pasado la cobertura internacional de lo que sucede en Venezuela ha disminuido. El tema sigue siendo los migrantes que huyen de este mar de la felicidad copia del cubano, la diáspora forzada por las políticas socialistas. Hoy, casi nadie está comentando lo que pasó en nuestro país, el guion escrito se desarrolló al pie de la letra. Los países que apoyan a Guaidó rechazaron los comicios antes de efectuarse y se pronunciaron al respecto, hasta el gobierno izquierdista de España declaró que no reconocería el resultado de las elecciones legislativas. Todo estaba preparado para que Nicolás ganase sin el menor esfuerzo. Sin novedad, sin sorpresas, sin gracia.


Las agencias internacionales de noticias coinciden en que en Venezuela se ha llegado a un equilibrio, el régimen ha perdido poder de maniobra, sin que lo obliguen a ceder o renunciar, y que ese contrapeso se mantendrá por varios años. Aseveran que la oposición ha desperdiciado su fuerza y que debe reagruparse, generar hechos políticos y mejorar su relación con los militares, esos mismos que hoy acompañan a Nicolás en sus desmanes. Considero que exageran, ni el gobierno ha resuelto los problemas que aquejan al venezolano, lo cual genera presión en su contra todos los días, ni los opositores se han rendido en su esfuerzo por la democracia y la libertad de nuestro país.


La incertidumbre no está en lo que hace el gobierno sino en lo que logrará la oposición en la nueva etapa política que se inicia con el intento fraudulento de sustituir la Asamblea Nacional con directivas impuestas y con seudodiputados afectos al régimen. Si los que no votamos el 6D manifestamos nuestro rechazo deberíamos encontrarnos muchos opositores en la calle; caso contrario, de ser otra reunión apática, nos merecemos la dictadura.


Los venezolanos que rechazamos la manera de vivir impuesta por el socialismo del siglo XXI, estamos llamados a manifestar nuestro rechazo al dictador, debemos participar, asistir y comprometernos con las iniciativas en contra de este gobierno, este es el objetivo principal, porque no se merecen gobernar. Protestar es insuficiente cuando le falta dirección política, así que mueva ese ánimo, tome su gorra, su bandera y nos vemos el 12 de diciembre en la consulta que convocó Juan Gerardo Guaidó.


Ahora nos toca a nosotros, a la verdadera oposición.


@rangelrachadell

24 noviembre 2020

Saludos desde Anchuria

 

Anchuria es el supuesto Estado en el que se desarrollan los cuentos de O. Henry, publicados en el libro Coles y Reyes. En este se delinea, por primera vez, una república bananera que, sin tener marina de guerra, designa un almirante al que no puede pagarle el sueldo, tampoco su tripulación, ni disponer gastos para la armada constituida por una única embarcación. En definitiva, “un país inestable, empobrecido, atrasado, tercermundista y corrupto, cuya economía depende de un solo producto, gobernado por un dictador legitimado de manera fraudulenta”, sometido a la hegemonía de una empresa (Cuba, Rusia, China o Irán), mediante sobornos o el ejercicio del poder militar. Como expone el Diccionario de la lengua española: Dicho principalmente de ciertos países de Iberoamérica: tercermundistas. Salimos retratados.


Rudy Giuliani, abogado de Donald Trump, recientemente dijo: “Nos vamos a convertir en Venezuela”, y acusó a varios gobiernos de intervenir en el proceso electoral de Estados Unidos a favor del candidato de oposición Joe Biden. Sea cierta o no la denuncia de intervención en esos comicios, ¿qué ha hecho el gobierno venezolano para ser ejemplo de una república bananera?


Giuliani dijo que no pueden permitir que estos delincuentes (se refiere a los demócratas) le roben una elección al pueblo estadounidense. Supongo que compara a la oposición con el Consejo Nacional Electoral, de quien Antonio Mugica, director ejecutivo de Smartmatic, estimó que “la diferencia entre la cantidad anunciada (por el CNE en la constituyente de 2017) y la que arroja el sistema es de al menos 1 millón de electores”. Sospecho que se quedaron cortos en la anterior cifra. Es decir, el CNE infló los resultados y la empresa mencionada denunció la manipulación de los números. No me extraña que en el fraudulento proceso electoral programado para el 6 de diciembre declaren la mayor participación de la historia en un proceso exitoso, gracias a los partidos previamente intervenidos por el Poder Judicial. Anunciarán millones y más millones de votos.


No me imagino cómo lograron piratear las máquinas y cambiar las papeletas que favorecen a Trump por las de Joe Biden. En todo caso, sustituir los resultados finales o las boletas involucra demasiadas alteraciones cuando en algunos estados son numeradas, presentan marcas de agua y las imprentas que las producen son vigiladas; llenarlas con el otro candidato; sellarlas; ponerlas en los buzones y desaparecer las originales. No es que no lo puedan urdir, es que implica la participación de varios cientos de personas a las que hay que pagar. Vista la certificación del estado de Georgia, Biden ganó por 12.670 votos; y si confiamos en los números no oficiales, ya que faltan otras certificaciones, en Arizona la diferencia fue de 10.457 votos; en Michigan 155.629; en Pensilvania 82.813. Los votos sustituidos en la cara de los republicanos debieron ser considerables, siendo difícil que no se hayan dado cuenta de tamaña irregularidad. Solo eso justifica que aleguen que en Georgia el recuento no es necesario porque “están contando los mismos votos fraudulentos una vez más”. Los poncharon parados.


Otro argumento es que robaron los votos gracias a la tecnología desarrollada en Venezuela. Tal vez el software “diseñado expresamente para ese propósito” se creó en nuestro país, sin embargo, no se ha mostrado el código del programa ni cómo se implantó. Somos unos genios y no lo sabíamos. Tengo mis dudas de que sea cierto porque, en las elecciones de Nicolás y Capriles en 2013, se imprimía primero el Acta de Escrutinio, y luego se transmitían los datos de la máquina de votación al CNE, así que la alteración de los resultados no pudo ocurrir si los testigos tenían copia del acta. La trampa está donde siempre, en la mesa electoral en la que no hay nadie de la oposición, allí ocurre la usurpación de identidad por personas que votan más de una vez por los electores que no fueron ese día. Aderezado con una ristra de irregularidades previas al día de la elección.


En Estados Unidos no existe el voto electrónico ni las máquinas electorales están conectadas a Internet en el momento de la votación, por lo que el fraude no puede hacerse en el mismo instante. En algunos estados el aparato es un lector de boletas marcadas a mano por el votante, por lo que queda la constancia.


Tampoco en Estados Unidos tienen un Poder Judicial como el nuestro, complaciente con el régimen, que promueve el incumplimiento de la Constitución, el cambio de la ley que establece el sistema electoral y sustituye a las directivas de los partidos políticos con dirigentes escogidos por el gobierno. En el país del norte respetan el llamado “principio Purcell”, doctrina derivada de un caso de 2006 en el que la Corte Suprema de Estados Unidos sugirió que los jueces federales no deberían alterar las reglas cerca de una elección, para no desorientar a los votantes y confundir las normas establecidas por funcionarios electorales estatales. En Venezuela se altera la legislación seis meses antes de los sufragios, lo cual es prohibido.


Las teorías conspirativas entretienen mucho, solo que o son imposibles de probar o requieren de la aceptación de la denuncia como acto de fe, equivalente a la que tiene que asumir el lector de ciencia ficción. Supermán vuela sin importar el proceso necesario para lograrlo. Trump debe las pruebas del fraude y el impacto de las supuestas irregularidades en el resultado de la votación.


@rangelrachadell

10 noviembre 2020

Trump, esa no es la vía


El proceso electoral en Estados Unidos ha transcurrido dentro de lo normal, aunque uno de los candidatos alegó que hubo fraude. Esta denuncia puede llevar a procesos legales en los estados y en la Corte Suprema de ese país. Como los votantes escogen a electores –sufragio indirecto o de segundo grado–, el presidente será escogido, formalmente, el 14 de diciembre. Mientras tanto, el candidato con más delegados es Biden.


En la Venezuela del socialismo del siglo XXI se ha hecho trampa antes, durante y después de culminado el proceso electoral. Confiar en los contendientes, en el organizador o en el árbitro es de una inocencia crasa. Todos poseen su interés, solo que algunos pueden influir en los escrutinios y a otros les es imposible. Un ejemplo de trampas previas es inhabilitar candidatos y rechazar su inscripción, este fue el subterfugio preferido del chavismo, como ahora es intervenir a las directivas de los partidos para que postulen a los afines a Nicolás y sus secuaces. También, cambiar las reglas sin reformar la ley, exigir requisitos inconstitucionales o irrespetar el derecho al voto son triquiñuelas comunes por estos lados.


En Estados Unidos hay 51 procesos electorales regulados por cada estado con procedimientos distintos. Es un proceso descentralizado. Solo dos de ellos establecieron un sistema cercano a la proporcionalidad entre votantes y delegados, en los demás el ganador se lo lleva todo. Las legislaturas estatales pueden limitar el derecho de los ciudadanos condenados por delitos de cualquier tipo, autorizar el voto presencial previo al día de las elecciones o por correo, o efectuar un preescrutinio (procesan, examinan y clasifican las boletas sin sumarlas). Los electores del colegio electoral se comprometen a votar por los candidatos que representan, aunque conservan su libertad de conciencia, cambiar su preferencia sería deshonesto.


Ya que estamos hablando de impugnaciones de elecciones, vale comentar que el principal principio es el respeto a la voluntad del elector, el vicio denunciado debe afectar el total de la elección, ser determinante en el escrutinio. Así, si impugnan y logran anular 150 boletas y la diferencia es de miles de votos, esa acusación carece de relevancia jurídica que afecte al ganador. Las irregularidades son consecuencia del fraude, cohecho, soborno o violencia en la formación del registro electoral, en las votaciones o en los escrutinios, o el incumplimiento del procedimiento. Denunciar es insuficiente, es necesaria la prueba y la incidencia en el resultado.


Los abogados de Trump pueden probar algunos hechos, por ejemplo, centros electorales constituidos de manera ilegal, sin funcionarios designados o votación en un sitio distinto al establecido; votos por correo que se emitieron antes o llegaron después de la fecha establecida por el estado; violencia hacia los votantes, ya sea por los miembros de mesa o terceros que los obligasen a abstenerse de votar o sufragar en contra de su voluntad o que sea imposible determinarla en el instrumento electoral (Florida 2000), solo que en este último caso se ordenó paralizar el reconteo al Tribunal Supremo de Florida. Nunca se ha ordenado detener un escrutinio por sospechas.


Las denuncias de un supuesto fraude parten de que la autoridad electoral del estado de Pensilvania, apoyada por su Corte Suprema, autorizó tomar en cuenta las boletas recibidas hasta el 6 de noviembre de 2020, siempre y cuando fueran emitidas (sello postal) incluso el 3 de noviembre. La legislatura del estado de Pensilvania (al igual que las de Michigan y Wisconsin) está liderada por el Partido Republicano, el proceso electoral se efectuó con sus leyes, pudieron cambiar las reglas y limitar el ejercicio del voto por correo, pero no lo intentaron. Otro ejemplo, en Carolina del Norte se recibirán las boletas enviadas por correo hasta el 12 de noviembre.


La denuncia es de tipo formal, no se alega un fraude en la emisión del voto sino en la recepción del mismo por la autoridad electoral. La manifestación de voluntad del votante se considera cierta, pero llegó fuera del lapso previsto según Trump, el día de la elección. La Corte Suprema ordenó separar esas boletas, estimadas extemporáneas por el denunciante, y esto implica contabilizarlas aparte. Si luego de contar todos los comprobantes “legales”, a criterio de los denunciantes, la diferencia cambia con las boletas “extemporáneas”, se podría revisar su legalidad. Se calculan en 4.000 los votos que se encuentran en esta circunstancia, y Biden supera al presidente por más de 40.000.


Si los abogados de Trump logran identificar otras irregularidades, todavía falta determinar si son relevantes para la escogencia de los electores, aunque otros estados le den a su contrincante los delegados que necesita.


El recuento de votos podría anular algunas boletas, ya sean de las que llegaron por correo o de las que se emitieron de manera presencial. Estos reconteos no suelen alterar el total, son porcentajes despreciables, sin incidencia, como el asunto ese de los muertos que votan (es posible, pero son muy pocos). En todos los estados la diferencia en muy amplia como para confiar en la efectividad de los recursos legales que ofrece presentar el equipo de Trump.


El expresidente George W. Bush se refirió a Biden como “presidente electo”, por lo que le auguro a Trump pocas posibilidades de alterar los resultados.


@rangelrachadell