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10 febrero 2019

En defensa del Papa Francisco

Ante los ataques al Papa por venezolanos influyentes en las redes sociales, presentamos el artículo publicado en la web del Vaticano, por el teólogo venezolano Rafael Luciani, explicando la posición y las acciones del Papa Francisco ante la realidad del país.
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1. La falsa división entre un Papa de izquierda y unos obispos de derecha

El actual proceso de reformas eclesiales que preside Francisco busca conceder mayor autonomía a las Conferencias Episcopales locales. En pontificados anteriores, la centralización del poder eclesial en manos de la Curia Romana causó un sin fin de abusos sobre las iglesias locales y regionales fruto de lo que Francisco describió, al inicio de su pontificado, como la patología del poder. En términos geopolíticos esto se ha traducido en un trabajo en conjunto y coordinado entre las autoridades eclesiásticas en Roma y las directivas de las conferencias episcopales locales. De este modo, la orientación de la narrativa geopolítica vaticana busca enfocarse en la cura pastoral y la atención humanitaria de los países en crisis, dejando el recurso diplomático de la negociación y la apelación a la multilateralidad como vías que pueden evitar salidas violentas y sangrientas de los regímenes políticos que se adueñan del poder. Corresponde a los obispos locales la calificación política y el posicionamiento ético frente a dichos regímenes. El Vaticano, desde los Pactos Lateranenses que le dieron carácter estatal en 1929, jamás ha calificado a un presidente de «dictador». No puede hacerlo. Experiencias como las de China, donde la Iglesia fue expulsada, sólo han podido ser sanadas muchos años después y con lentas negociaciones.

Sabiendo esto, el oficialismo venezolano ha buscado, por diferentes vías, debilitar la credibilidad de la Iglesia. En este juego han caído también sectores de la oposición polarizando así la dimensión pastoral de la acción eclesial bajo la idea de una supuesta división entre «un Papa de izquierda y unos obispos de derecha», o entre «un Papa que reconoce al gobierno ilegítimo de Maduro y unos obispos venezolanos que no lo reconocen». Este tipo de argumentaciones sólo otorgan mayor fuerza a la estrategia del gobierno de buscar que el pueblo pierda la credibilidad en la institución eclesiástica que, por naturaleza organizacional, actúa siempre de forma colegiada, es decir, con una inquebrantable unidad entre el Papa, los obispos y los fieles. ¿Acaso los que hoy critican a Francisco por haber hablado con Fidel Castro, levantaron su voz cuando San Juan Pablo II le dio la comunión a Pinochet? Ambos torturaron y asesinaron a miles de hermanos que pedían la misma libertad que hoy pedimos los venezolanos. Para la Iglesia la fe no es ideológica ni doctrinaria. Su único interés es la atención pastoral a las personas traducida en la promoción del bienestar para con los más pobres y sufridos de una sociedad, como lo es hoy la venezolana, pues —como dice Francisco— no podemos «considerar a nada ni a nadie como definitivamente perdido en las relaciones entre las naciones, los pueblos y los estados».

2. «En la voz de los obispos venezolanos también resuena la mía»

¿Cuál es la posición del Papa Francisco? ¿es posible en la Iglesia, que exista un número 2 por encima del número 1?, ¿acaso la Iglesia funciona como una democracia? ¿puede existir una división entre la postura del Papa —como pastor y jefe de estado—, su Secretario de Estado —el Cardenal Parolín—, y la Conferencia Episcopal venezolana que se ha manifestado en bloque al declarar a la presidencia de Maduro como ilegítima?

El 8 de junio de 2017, el Papa Francisco dijo personalmente a los miembros de la presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana que «en la voz de los obispos venezolanos también resuena la mía». A diferencia de otros pontificados, el reconocimiento de Francisco es a lo que han discernido y decidido los obispos locales, quienes conocen su realidad, y no lo que Roma pueda pensar desde lejos de nuestra realidad. Esto no sólo dice de la honradez de Francisco ante lo que vivimos, sino también de su humildad al querer llevar un proceso de reforma y «descentralización» en la Iglesia Católica, como lo indicó en su primera Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (n.16).

3. Las cuatro condiciones del Vaticano siguen hoy vigentes

Hagamos un poco de memoria sobre los varios llamados públicos de Francisco en torno a la crisis venezolana. El 10 abril de 2014 hizo un fuerte reclamo a los líderes políticos por la violencia e instó a respetar la verdad y la justicia. Un año más tarde, el 1 de marzo de 2015, condenó la muerte de estudiantes que protestaban pacíficamente. Y en octubre de 2016 cuando aceptó la petición de facilitación que le hiciera primeramente la propia oposición nacional, el Vaticano dio a conocer el día 2 de diciembre las cuatro condiciones que debían acompañar una verdadera negociación con el gobierno: «elecciones, restitución de la Asamblea Nacional, apertura del canal humanitario y liberación de los presos políticos».

El punto más álgido fue la denuncia del Papa ante el incumplimiento de dichas condiciones por parte del gobierno, lo que llevó a la culminación del proceso de diálogo y a esto se refirió en la rueda de prensa que ofreció durante el regreso de su viaje apostólico a Egipto, el 29 de abril de 2017. Ahí dijo que el diálogo «no resultó porque las propuestas no eran aceptadas» no sólo por la oposición política que, en ese momento, carecía de unidad política y estratégica, sino fundamentalmente por el gobierno, cuya falta de seriedad y coherencia la describió como un: «"sí,sí" pero "no, no"» y le hizo un «sentido llamamiento al gobierno para que se evite cualquier ulterior forma de violencia, sean respetados los derechos humanos y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está extenuando la población».

Un día después de este viaje, ante la crueldad de la represión a miles de personas que protestaban en el país, el domingo 30 de abril de 2017 en su mensaje Urbi et Orbe, Francisco difundió y cuestionó para el mundo «la situación en Venezuela, con numerosos muertos, heridos y detenidos»; abogó por los «derechos humanos» y exhortó a «soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria».

Algo que muchos olvidan es que, paralelo a todas estas denuncias, el Papa ya se había reunido con Susana Malcorra, canciller argentina del recién electo gobierno de Macri, para conseguir el pronunciamiento en bloque de los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, Paraguay y Uruguay sobre la crisis venezolana. Una reunión que llevó a otras más, como parte del ejercicio silente de la diplomacia Vaticana y que inspiró lo que luego se crearía bajo el nombre de grupo de Lima.

4. La movilización de la Iglesia latinoamericana en contra de la represión del gobierno venezolano

Todas estas acciones del Papa y los pronunciamientos de la Conferencia Episcopal Venezolana produjeron algo que pocos han valorado: por primera vez en la historia de la Iglesia latinoamericana, todas las entidades locales y regionales alinearon su posición reiterando, a su vez, las varias denuncias hechas por el Papa. Veamos a qué nos referimos.

A casi dos meses del inicio de las protestas estudiantiles, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) fijó posición, el 2 de abril de 2014, de forma pública y oficial, mediante el comunicado que lleva por nombre: «Responsables de la paz y el destino democrático de Venezuela». Los Obispos comienzan su análisis con una premisa muy clara: «la causa fundamental de la actual crisis es la pretensión del partido oficial y autoridades de la República de implantar el llamado Plan de la Patria, detrás del cual se esconde la promoción de un sistema de gobierno de corte totalitario». Para lograr imponer este modelo de corte totalitario, basado en la lógica del pensamiento único y, por tanto, excluyente de todo otro modelo sociopolítico, se han puesto «restricciones a las libertades de información y opinión», se ha incrementado «la inseguridad jurídica y ciudadana» y se han promovido «los ataques a la producción nacional». Todo esto, bajo el peso de una «brutal represión de la disidencia política» (num. 2).

Las cosas no cambiaron. Antes bien, se siguieron agravando y el 31 de marzo de 2017 la Conferencia Episcopal Venezolana se pronunció denunciando que para el gobierno «todo gira en torno a lo político, entendido como conquista del poder, olvidando las necesidades reales de la gente». Ante la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de eliminar la Asamblea Nacional y suplantarla «por una representación de los poderes Judicial y Ejecutivo», indicó el episcopado que «no se puede permanecer pasivos, acobardados ni desesperanzados. Tenemos que defender nuestros derechos y los derechos de los demás. Es hora de preguntarse muy seria y responsablemente si no son válidas y oportunas, por ejemplo, la desobediencia civil, las manifestaciones pacíficas, los justos reclamos a los poderes públicos nacionales y/o internacionales y las protestas cívicas».

El 4 de abril 2017 se sumó la voz de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Venezuela contra «la falta de autonomía entre los cinco poderes públicos: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Ciudadano», y subrayó «la indolencia del gobierno nacional ante la situación crítica que vive nuestro pueblo, demostrando una vez más que solo le interesa la lucha por mantenerse en el poder» en un contexto de «inminente dictadura». El camino inmediato para salir de la crisis, se lee en el documento, ha de pasar por el cumplimiento de tres exigencias: «respeto al Estado de derecho, separación de poderes, legitimidad del Parlamento».

Tres días más tarde, el 7 de abril 2017, la Compañía de Jesús en Venezuela, a través de la editorial de su revista SIC del Centro Gumilla, hizo pública su posición oficial: «nos enfrentamos a una dictadura como ciudadanos y como cristianos», la cual se consuma, a juicio de los jesuitas, con «las decisiones asumidas por el Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional de fecha 28 y 29 de marzo que suponen un claro golpe de Estado y un desenmascaramiento definitivo del gobierno como una dictadura». Y añadió, en consonancia con la petición del Papa Francisco a través de su secretario de Estado, que la solución a la crisis actual del país pasa, necesariamente, por las siguientes condiciones: «democracia con elecciones, liberación de todos los presos políticos, pleno reconocimiento de la Asamblea Nacional, apertura a la ayuda humanitaria internacional y entierro de este modelo fracasado que atenta contra la vida de toda la población». Nada menos de lo que exigió el bloque político de oposición, que por intereses partidistas no lograba llegar a una estrategia unitaria y permanente.

A este movimiento eclesial, se unieron las distintas Conferencias Episcopales Latinoamericanas. Entre ellas, el 21 de abril 2017, la Conferencia Episcopal Panameña se solidarizó con la posición de los obispos venezolanos expresando que «la difícil situación del país cada vez se hace más insostenible». A este comunicado le siguió el de la Conferencia Episcopal Colombiana en pro de la labor de «obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos que en medio de dolorosas situaciones y privaciones, siguen trabajando por la defensa de los valores humanos». El día 26 de abril de 2017, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana declaró que «se trata de una situación donde está muerta y desaparece toda posibilidad de opinión divergente o contraria a quienes están en el poder, se abre la puerta a la arbitrariedad, la corrupción y la persecución, un despeñadero hacia la dictadura». A lo largo de ese mes de abril se solidarizaron también, entre otras, las Conferencias Episcopales de Uruguay y Chile, así como la boliviana, que el 2 de mayo de 2017 se pronunció en torno a «la violencia fratricida, pobreza abrumadora y pérdida de la vigencia de los derechos humanos» en Venezuela.

Una nueva expresión de la colegialidad eclesial se manifestó, históricamente, entre el 9 y el 12 de mayo de 2017, cuando se celebró en San Salvador la XXXVI Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Allí, todas las Iglesias locales de América Latina y el Caribe decidieron, unánimemente, tomar posición frente a la situación de nuestro país al observar que «se vuelve insostenible la falta de alimentación, la falta de medicinas y la falta de libertades». Tras la discusión se creó una Comisión de seguimiento de la situación sociopolítica y humanitaria venezolana. Es la primera vez que el conjunto de las Iglesias locales latinoamericanas se unen para levantar su voz en contra de lo que se vive sociopolíticamente en uno de sus países.

Un último ámbito de conciencia eclesial internacional que no podemos pasar por alto es el comunicado publicado por la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina. El 27 de abril de 2017, unas treinta universidades de catorce países latinoamericanos expresaron su «condena a los actos de represión que el gobierno está ejerciendo sobre quienes legítimamente salen a las calles a manifestar su protesta ante esta situación». Todas las universidades jesuitas del continente se unieron para denunciar «la intolerancia a la discrepancia y la militarización de la sociedad», y demandaron «a todos nuestros gobiernos y organismos internacionales que defiendan el Estado de derecho, la institucionalidad democrática y el libre ejercicio de la ciudadanía en Venezuela».

5. El llamado del Vaticano a desconocer la Constituyente y retomar las 4 condiciones

Ante todos estos pronunciamientos internacionales, el 13 de mayo de 2017, poco antes de que oficiara la misa solemne en Fátima, el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolín, «número dos» de Francisco, declaró nuevamente que «la solución para la grave crisis en Venezuela son las elecciones». Como es lógico, toda elección supone un cambio de gobierno o transición política. Por ello precisó, como ha dicho el Pontífice en repetidas ocasiones, que «se necesita mucha buena voluntad, empezando por el gobierno, que debe dar señales de que desea resolver la crisis y tener en cuenta el clamor del pueblo».

Esto llevó a que el 4 de agosto de 2017, el mismo Papa enviara de nuevo un comunicado muy fuerte a través de la Secretaría de Estado diciendo que: «la Santa Sede pide a todos los actores políticos, y en particular al Gobierno, que se asegure el pleno respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, como también de la vigente Constitución; se eviten o se suspendan las iniciativas en curso como la nueva Constituyente que, más que favorecer la reconciliación y la paz, fomentan un clima de tensión y enfrentamiento e hipotecan el futuro; se creen las condiciones para una solución negociada de acuerdo con las indicaciones expresadas en la carta de la Secretaría de Estado de diciembre de 2016, teniendo en cuenta el grave sufrimiento del pueblo a causa de las dificultades para obtener alimentos y medicamentos, y por la falta de seguridad». Nuevamente se recuerdan las 4 condiciones que han de marcar la hoja de ruta hacia el restablecimiento de la democracia en Venezuela: «elecciones, restitución de la Asamblea Nacional, apertura del canal humanitario y liberación de los presos políticos».

Un hecho aparentemente controversial sucedió el 10 de enero (2019) durante la juramentación de Maduro ante el Tribunal Supremo de Justicia para un nuevo período de gobierno. Dicho mandato ha sido desconocido por la comunidad internacional. La Secretaría de Estado del Vaticano decidió enviar a un Encargado de negocios ad interim, en vez de al Nuncio en Caracas. Hecho que no ha de pasar desapercibido cuando el protocolo vaticano siempre ha prescrito la presencia de un Nuncio, sea el del propio país o de otro vecino que lo represente en su calidad de Jefe de Misión en tales actos de investidura. Aquí se optó por un funcionario de menor rango, prácticamente desconocido. Ante las reacciones que surgieron, el Vaticano emitió un comunicado el pasado lunes 14 de enero explicando que «la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con el Estado venezolano. Su actividad diplomática tiene como finalidad promover el bien común, tutelar la paz y garantizar el respeto de la dignidad humana», y añadió nuevamente el principio de colegialidad geopolítica bajo el cual actúa, siempre en coordinación con los obispos locales. Por eso, dice el comunicado, «la Santa Sede y los obispos del país trabajan juntos para ayudar al pueblo venezolano, que sufre las implicaciones humanitarias y sociales de la grave situación en la que se encuentra la nación».

6. «El nuevo período presidencial es ilegítimo y abre una puerta al desconocimiento»

Todas estas acciones y posiciones, frutos de una acción colegiada entre el Papa, los obispos y los fieles católicos, quedó claramente expresada y reconocida el 9 de enero de 2019 en la exhortación que lleva como título: «Lo que hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicieron» (Mt 25,40). Ahí, la Conferencia Episcopal Venezolana en pleno exigió al gobierno «el cambio que el país pide a gritos: la recuperación del Estado de Derecho según la Constitución y la reconstrucción de la sociedad venezolana, en dignidad, libertad y justicia para todos». Por tal motivo, dice la exhortación: «reiteramos que la convocatoria del 20 de mayo (para elegir el Presidente de la República) fue ilegítima, como lo es la Asamblea Nacional Constituyente impuesta por el poder ejecutivo. Vivimos un régimen de facto, sin respeto a las garantías previstas en la Constitución (...). La pretensión de iniciar un nuevo período presidencial el 10 de enero de 2019 es ilegítima por su origen, y abre una puerta al desconocimiento del Gobierno».

Así como los obispos han sido claros en no reconocer la legitimidad de Maduro, el Papa fue el primero en desconocer a la asamblea nacional constituyente impuesta por Maduro sin voto popular. No olvidemos que las acciones de una diplomacia muchas veces silente y poco perceptible iniciaron un proceso de concertación entre gobiernos latinoamericanos y conferencias episcopales locales, que fueron alzando sus voces para pedir, con el Vaticano: «elecciones, restitución de la Asamblea, apertura del canal humanitario y liberación de los presos políticos».

7. Venezuela, Nicaragua, Yemen y Siria...

La decisión del Papa de incorporar a Venezuela el 25 de diciembre de 2018 en la lista de países que nombra en su mensaje Urbi et Orbi, es otro reconocimiento de un país que vive una severa tragedia humanitaria y en condiciones de estados fallidos, como Yemen y Siria, o totalitarios como Nicaragua. Es un mensaje fuerte y profético de la diplomacia vaticana que ha pasado desapercibido para muchos, y que ha sido enviado con contundencia a la comunidad internacional, reconociendo así, la necesidad de un cambio político urgente.

Hoy el Papa, en medio de nuevas críticas por parte de académicos y políticos latinoamericanos, especialmente de oposición, vuelve a insistir, el 7 de enero de 2019 en su Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede: «Deseo para la amada Venezuela que se encuentren vías institucionales y pacíficas para solucionar la crisis política, social y económica, vías que consientan asistir sobre todo a los que han sido afectados por las tensiones de estos años y ofrecer a todo el pueblo venezolano un horizonte de esperanza y de paz». Vías que, como explicaron los obispos venezolanos, pasan por reconocer que «la Asamblea Nacional, electa con el voto libre y democrático de los venezolanos, actualmente es el único órgano del poder público con legitimidad para ejercer soberanamente sus competencias».

Lo que el Papa desea sigue siendo hoy el clamor de los nuevos líderes de la única y legítima Asamblea Nacional, elegida bajo el voto popular con una mayoría opositora abrumadora: «elecciones, restitución de la Asamblea, apertura del canal humanitario y liberación de los presos políticos». Es esta la hoja de ruta vaticana para un proceso de transición hacia la democracia en Venezuela. Es la voz que llevan hoy nuestros jóvenes diputados con un mensaje que ha devuelto la esperanza en un cambio político en Venezuela que mira al bien común y se aleja de los intereses partidistas e ideológicos tanto de la oposición política como del oficialismo castrista.

No nos dejemos robar la esperanza, no perdamos la fe en las personas e instituciones que están trabajando por un cambio en Venezuela. Recordemos las palabras de Francisco en Paraguay: «las ideologías terminan mal, no sirven, las ideologías tienen una relación incompleta, enferma o mala con el pueblo porque no asumen al pueblo» (Visita Apostólica al Paraguay, 2015).

Rafael Luciani
Doctor en Teología

Miembro del Equipo Teológico Pastoral del CELAM

05 febrero 2019

Elecciones libres


Aunque otros han escrito sobre qué significan unas elecciones libres, quiero detenerme en un detalle de los tantos que forman ese ideal de libertad, como es el sistema electoral.

La elección de presidente de la República de Venezuela se efectúa mediante votación universal, directa y secreta, en conformidad con la ley, y se proclama electo al candidato que hubiere obtenido la mayoría de votos válidos. Es decir, es una elección simple, sencilla, sin complicaciones ni dificultades.

Toda elección implica un procedimiento matemático, en este caso es sumar los votos obtenidos por cada candidato, el problema es que es necesario que un partido postule al candidato, y aquí comienzan las dificultades.


La Sala Constitucional y la Sala Electoral han intervenido partidos, impuesto sus autoridades, otorgado facultades para postular a personas distintas a sus representantes electos. Este fue el caso de Copei, que postuló candidato en las espurias elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018, en contra de la opinión de las autoridades legítimas de ese partido.

Tenemos organizaciones con fines políticos a los que el Tribunal Supremo de Justicia sometió a la verificación de la nómina de inscritos (5-1-2016), incluidos los regionales. Algunos de ellos se legitimaron por este cambio de reglas, otros, extrañamente, lo lograron, aunque el Consejo Nacional Electoral no dio los resultados definitivos. Vieja costumbre del gobierno de ocultar los datos, como han hecho con los de la salud, la inflación y del CNE de Tibisay Lucena, que no dio los números finales del referéndum sobre la Constitución de 2007.

Cinco de los pocos partidos que quedaron de esa relegitimación absurda fueron sometidos nuevamente al proceso de recolección de firmas por un decreto de la asamblea nacional constituyente, publicado en Gaceta Oficial el 27 de diciembre de 2017. El 28 de julio de 2018, el CNE ordenó renovar su nómina de inscritos al único sobreviviente de todos los anteriores procesos de renovación, como fue Acción Democrática, y a otras tres organizaciones con fines políticos.

Así se trasquila a la democracia, quitándole las facultades para postular a quienes se atreven a competir en una elección contra el superrico partido de gobierno.

Poner en orden y restablecer la Constitución, el derecho a la participación política y el derecho al sufragio pasa por restituir la legalidad de los partidos políticos, dejar sin efecto los ilegales procedimientos de intervención llevados a cabo por el TSJ, declarar la nulidad absoluta de todas las decisiones que anularon la vigencia de las organizaciones con fines políticos, cerrar los procesos penales a la Mesa de la Unidad Democrática relacionados con el procedimiento de referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro y la cancelación de la MUD por parte de la Sala Constitucional del TSJ, mediante sentencia N° 56 del 25 de enero de 2018, con el argumento peregrino de estar constituido por diversas organizaciones políticas ya renovadas y otras pendientes de renovación, cuando lo cierto es que es una organización con personalidad jurídica propia, independiente de los otros partidos.

Para que se lleven a cabo todas esas acciones y componer la ruptura del orden constitucional se debe sustituir a los magistrados del TSJ, por su actuar complaciente con el chavismo ha desvirtuado el derecho en Venezuela. Dejar en sus cargos a estos funcionarios en el ejercicio de la más alta responsabilidad de justicia en nuestro país sería un acto de negligencia, una irresponsabilidad, ya que corrompieron la institución a favor de la persecución política, sin entrar en detalles sobre la venta de sentencias. Convirtieron el máximo tribunal y los demás tribunales en un mercado persa, en los que se venden los veredictos a cambio de divisas. Merecen ser expulsados cual mercaderes del templo.

Un nuevo Consejo Nacional Electoral es necesario para llevar a cabo el o los procesos electorales que legitimen los órganos ejecutivos y de representación popular. Recuerde que las elecciones de gobernadores de octubre de 2017 se efectuaron cuando los partidos políticos fueron obligados a distraer sus recursos económicos y humanos en el proceso de renovación de afiliados a partir de 2016. Aparte del inconstitucional desconocimiento de la elección efectuada en el estado Zulia.

La inconstitucional asamblea nacional constituyente pasará al olvido, sus 545 integrantes, quienes nunca han estado reunidos al mismo tiempo y los 4 gatos arreados por Cabello que toman las decisiones en esa instancia, dejarán de cobrar su mesada y hacer lo que les ordenan desde Cuba. Un triste papel de parte de quienes dijeron ser un poder originario y fundacional del pueblo venezolano. No hay suficientes aviones para que toda esa gente pueda huir de Venezuela, ni peñeros ni trochas hacia Colombia o Brasil. Solo se salvan los que han renunciado.

Queda mucho trabajo antes de convocar a elecciones. Por lo pronto, lo que no se empieza no se termina.

¡Vamos bien!

@rangelrachadell

23 enero 2019

Gini y Maduro


En la memoria y cuento de Maduro dijo muchas mentiras, pero una de las informaciones que podrían ser ciertas es que el coeficiente de Gini de Venezuela está en 0,377. Él considera que ha sido buena su política porque ha disminuido la desigualdad; la realidad es que ha sido muy mala para la mayoría.

Un comentario previo, Maduro pudo referirse al Índice de pobreza multidimensional o al Índice de pobreza humana o al Índice de desarrollo humano, todos estos analizan la esperanza de vida, el acceso a la salud y el nivel de riqueza. No puede confesar el daño que le ha hecho a nuestra sociedad. Cualquiera de los índices demuestra la precariedad de la salud de la población, los problemas para conseguir alimentos, y la pérdida de nivel de vida de la sociedad en su conjunto. Todo en socialismo.

Sin entrar en el debate de si hay desigualdad buena o mala, de antemano, la desigualdad es mala como es malo empobrecer a todos para hacernos iguales. El exceso de pobres, de gente buscando comida en la basura, es característico del socialismo del siglo XXI, es consecuencia de que los pobres, ahora, son más infortunados que antes.

El libro de Walter Scheidel El gran nivelador (Editorial Planeta S. A., 2018), hace un análisis sobre las causas que ayudaron a disminuir el coeficiente de Gini en el transcurso de la historia; en otras palabras, a reducir la desigualdad de los ingresos en la sociedad o las diferencias de riqueza en la población. En el entendido de que a mayor desigualdad hay un menor consumo, por la caída del patrimonio de la clase media y por los desajustes que crea en la economía en general. A excepción de Maduro, a nadie se le ocurre pensar que hay que llevar a más personas a vivir en la pobreza para que seamos felices. A los envidiosos les remuerde lo que tiene el otro, y eso es pecado.

Este autor, de manera poética, les da otros nombres a los jinetes de los caballos del Apocalipsis de san Juan (Apocalipsis 6). A los caballos blanco, rojo, negro y pajizo (amarillento, crema, pálido o verdoso), que corresponden a conquista, matanza, carestía y muerte. A estos nuevos jinetes que disminuyen la desigualdad los llama guerra, revolución, quiebra y plagas. Su tesis es que la historia demuestra que la desigualdad se estrecha con una gran violencia y que la estabilidad genera riqueza, lo cual conduce a la desigualdad.

Uno de los jinetes de Scheidel se llama revolución, se refiere a verdaderas revoluciones como la comunista y la francesa, no la satrapía roja que en la práctica les ha cortado la cabeza a los otros ricos, no a los suyos; por eso es que ese jinete no se analiza en este artículo. Otro de los jinetes es la peste, a la que no hemos llegado todavía, estamos cerca, así lo afirma cualquier médico epidemiólogo. Tenemos tuberculosis, malaria, sida y muchas otras enfermedades contagiosas que se podrían controlar con una política de salud como las que se llevaban a cabo en la república civil.

Quiero destacar el tercer jinete de Scheidel, lo llama quiebra, siendo el nombre completo el de Estados fallidos y los derrumbamientos de sistemas. La idea que elabora en ese capítulo es que la disminución de las diferencias materiales también se puede dar por la destrucción del Estado. Los Estados que se derrumban han afectado la riqueza de las élites, de los corruptos, de los ricos en general; eliminan las jerarquías, las instituciones, la estabilidad y la seguridad de los ciudadanos.

La lógica del planteamiento es que la caída de los ricos disminuye la desigualdad. El conflicto entre las clases dominantes afecta la riqueza y perjudica el patrimonio. Es evidente que en Venezuela el valor en dólares de los inmuebles se ha depreciado, ahora los ricos con los mismos bienes son menos pudientes. La eliminación de fuentes de riqueza como las industrias, con el desempleo asociado, impide el crecimiento económico y aumenta la pobreza. Estamos ante un cataclismo social provocado por la destrucción de las fuentes de ingreso. La guerra económica del gobierno contra la población disminuye las diferencias materiales de la sociedad. Pase hambre, luego hablamos.

Los estratos superiores han sido afectados o se fueron del país, sin instituciones ni tribunales que los protejan de la depredación de la élite gobernante, con pocas oportunidades de defender su capital, primero hay que pensar en salvar la vida luego nos preocuparemos por los corotos.

El gobierno, actuando como una cleptocracia, es el problema, no hay mejora de las condiciones de vida, no hay bienestar social. El chavismo ha pisoteado las desigualdades con sus políticas, a costa de vidas, ahorros, salud, alimentos y tranquilidad.

No sé ustedes, yo prefiero la desigualdad en la riqueza que la igualdad en la pobreza. Maduro ha logrado que el coeficiente de Gini baje a costa del sufrimiento de la sociedad.

Salga a protestar, no se quede en su casa. No importa lo que diga Maduro y su Gini, somos más pobres por su culpa, y tenemos que hacérselo saber hoy, mañana y siempre.

@rangelrachadell

08 enero 2019

Juicio a los jueces


Sabemos de los horrores del socialismo del siglo XXI, lo vemos en las calles y nos lo cuentan los que disfrutaron de las mieles del poder que huyen de esa manera indigna de gobernar. Me llaman la atención los funcionarios relacionados con el Poder Judicial, con la administración de justicia. Tenemos un Estado sin derecho y la justicia la imparten para mantenerse en el poder.

Los jueces podrían ser juzgados, así pasó luego de la Segunda Guerra Mundial. Se efectuó el juicio internacional en Núremberg a los grandes políticos y militares que gobernaron en el nacionalsocialismo, acusando al régimen nazi de ser una conspiración criminal, y los otros once juicios a distintas manifestaciones de la sociedad alemana.


De esos 11 juicios, el juicio a los médicos tuvo como veredicto que ahorcaron a 7 de los acusados, por el caso a los abogados no mataron a nadie, pero le hicieron un juicio. Fernando Albán no tuvo proceso, murió estando detenido; tampoco a los ganadores de las elecciones de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad de Carabobo, a quienes le desconocieron su proclamación sin otorgarles derecho a la defensa; suspendieron el referéndum revocatorio contra Maduro con decisiones de tribunales penales incompetentes en materia electoral; en el procedimiento judicial a los diputados ganadores en Amazonas en 2015 –con inmunidad parlamentaria desde su proclamación– les dictaron una medida cautelar que desconoció su investidura y el expediente lo metieron en una gaveta para ser decidido más nunca.

Ya escucho a los jueces invocar que seguían órdenes, que los llamaban del despacho presidencial o la señora de la casa, exigiéndoles lealtad a la causa y les decían cómo debían sentenciar. La Constitución establece que los magistrados, los jueces, los fiscales, los defensores públicos, para garantizar la imparcialidad y la independencia, no podrán llevar a cabo activismo político partidista (artículo 256), es decir, trabajar a favor del PSUV o del socialismo del siglo XXI o de la familia del gobernante. No pueden alegar obediencia debida, por cuanto no hay norma que la prevea o relación jerárquica o de dependencia con el presidente de la República o sus funcionarios o los miembros de un partido, no hay vínculo de subordinación, no se comete indisciplina ni se genera desobediencia. A menos que tengan el temor de que los vayan a matar, al igual que a empleados de Pdvsa en cautiverio, lo que significaría que este es un gobierno de delincuentes. ¿Quién lo creería?

Ese fue el caso de Ramón Eladio Aponte Aponte, magistrado huido del Tribunal Supremo de Justicia, quien reconoció que recibió órdenes directas de Chávez de condenar a Iván Simonovis, Henry Vivas, Lázaro Forero, Erasmo Bolívar, Luis Molina, Arube Pérez, Marco Hurtado, Héctor Rovain, y a su vez le ordenó a la jueza Anabella Rodríguez del Juzgado 13 de Primera Instancia en Funciones de Control en Caracas que decretara la orden de captura que le solicitó la fiscal Luisa Ortega Díaz. En Sala Penal, Aponte y los demás magistrados: Deyanira Nieves, Miriam Morando y Héctor Coronado Flores, firmaron la condena que dispuso Chávez, y solo salvó su voto la magistrada Blanca Rosa Mármol. Esta confesión es de 2012, considerando cómo se ha agravado la intervención del Poder Judicial podemos esperar muchas decisiones con estas características.

Como dijo Hermann Goering en el juicio en Nuremberg: "Una vez que llegamos al poder, estábamos decididos a mantenerlo en todas las circunstancias". Christian Zerpa, magistrado huido, declaró sobre la intervención del Tribunal Supremo de Justicia, reconoció que le daban órdenes, que los magistrados son cómplices de la dictadura. Desde la oposición lo estamos diciendo hace años, que no hay separación de poderes y que por eso es que a este gobierno no se le puede llamar democracia. Esa es la manera de mantener el dominio en toda circunstancia.

En el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela hay de todo, desde un magistrado asesino de ancianas hasta acosadores sexuales, pasando por arrastrados al poder, una fauna muy variada que no tiene estatura ni dignidad para renunciar, huyen. Los juristas del horror, como llamó Ingo Müller a los jueces alemanes que se prestaron a los crímenes contra la humanidad y contra la libertad, no padecieron la muerte por ahorcamiento, la más vil de todas, no les pasó nada. En nuestra época, estos funcionarios se van del país, piden asilo y chismean a sus colegas, qué fácil es cambiar de bando. Capaz que vuelven al país el día que se recupere la democracia, pidan su pensión por los servicios prestados y logren una indemnización por denunciar al gobierno al que aprovecharon.

Alegarán el “firme ahí”, que usted es un bobo que cobra quince y último, recibe bono de fin de año y pernil. Estos magistrados seguirán subscribiendo las sentencias que les pongan delante, con los ojos cerrados, sin importarles las consecuencias, los inocentes, las familias destruidas, los bienes expropiados, confiscados y perdidos, los partidos intervenidos e ilegalizados, o la representación obtenida. Todo sea por la causa, la causa de cogerse los reales.

En el país de los cobardes el tuerto es rey.

@rangelrachadell

26 diciembre 2018

Caso FCU Carabobo


Entre los medios de dominación que utiliza el socialismo del siglo XXI se encuentra la resolución de los conflictos en los que tenga algún interés la oposición, lo cual hace el Tribunal Supremo de Justicia de manera parcializada, sin derecho a la defensa, con un enfoque relativista en el que los acontecimientos los adapta a sus soluciones. La estratagema es ignorar los hechos que no concuerdan con su visión de la realidad.

Lo que voy a exponer es para un país normal, en el que se respete el derecho y no haya favorecimiento ramplón a favor del gobierno. Vivimos en una dictadura que mantiene un barniz de formalidad, de independencia de las instituciones y que soñamos con una democracia. Todo es ilusión.

La reciente sentencia de la Sala Electoral (N° 102 del 27-11-2018), por la que decidió la acción de amparo interpuesta en contra de las elecciones de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad de Carabobo, generó opiniones en las redes sociales, algunas en desconocimiento de la jurisprudencia pacífica del mismo Tribunal Supremo de Justicia antes de su dominio absoluto por el chavismo.

Se dijo que el TSJ no puede intervenir elecciones estudiantiles, y esto es falso. En un Estado de Derecho no hay actos excluidos del control jurisdiccional, no hay ningún acto o contrato que no pueda ser revisado por su contradicción a la legalidad o constitucionalidad. Una federación de centros universitarios no está excluida del examen de los actos emanados de ella o de sus órganos.

La sentencia de la impugnación de las elecciones de la FCU Carabobo no es la primera que pronuncia sobre las federaciones de estudiantes. En 2004 la Sala Electoral decidió la acción interpuesta contra la proclamación de Julio Soto como presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad del Zulia por la Comisión Electoral esa universidad, la cual declaró sin lugar (sentencia N° 22/2004).

La competencia para conocer las elecciones de cualquier tipo o instancia la ha venido asumiendo la Sala Electoral por mandato constitucional o por extensión del criterio de protección del derecho a la implicación democrática de los ciudadanos, tales como sindicatos, gremios, consejos comunales, clubes sociales, cajas de ahorros, juntas de condominio y otros. Es interesante que en materia de juntas de condominios dijo la Sala: “... las asambleas de copropietarios de un conjunto residencial ‘pueden darse su organización, normativa y gobierno, con las garantías constitucionales debidas que permitan su participación directa en las decisiones que les interesan a todos sus integrantes y, entre ellas, la escogencia de sus autoridades a través de sistemas democráticos de participación…”.

Mientras una organización prevea métodos democráticos sus actos con contenido electoral no serán objeto de anulación. Lo que se busca es la protección de la democracia, lo cual en un Estado de Derecho es plausible. La dictadura se aprovecha de estas protecciones.

Lo que es criticable de la sentencia es que da por ciertos hechos que por la misma redacción debieron ser confirmados de forma rigurosa, y protegiendo el derecho a la defensa de los interesados, lo cual no sucedió.

El fondo del problema es que la candidata Jessica Bello Barreto le asevera a la Sala Electoral, y esta le cree, que fue proclamada como presidenta de la federación de centros, por un acta emanada de una persona distinta al presidente electo de la Comisión Electoral, y que esto fue consecuencia de la reconstitución de la Comisión Electoral Estudiantil el 12 de noviembre de 2018 (dos días antes de la elección). Alega la candidata que Luis Eduardo León, presidente de la Comisión Electoral, abandonó la sede donde funciona la comisión electoral estudiantil y sus funciones, que el suplente del presidente Luis Eduardo León, Julio Chavero, estaba ausente de manera absoluta –ambas ausencias muy oportunas para ella– y que Luis Eduardo León declaró el 14 de noviembre a los medios que Marlon Díaz había ganado las elecciones de la FCU. Lo que infiero es la crónica de un conveniente golpe de estado a quien presidía esa comisión.

La Sala Electoral dicta una sentencia sin derecho a la defensa a Luis Eduardo León, a Julio Chavero ni a Marlon Díaz, sin conocer el procedimiento de la supuesta ausencia de funciones del presidente de la Comisión Electoral, de su notificación al obligatorio procedimiento o de la decisión; igual vale para el candidato ganador Marlon Díaz, ya que se le nombra 13 veces en la sentencia, y del cual se dice que fue reconocido por las autoridades universitarias según fue publicado en los medios de comunicación y en las redes sociales. Estas referencias a hechos públicos, notorios y comunicacionales prueban la condición que se les reconoce, por lo que se les debió otorgar a los afectados el derecho a la defensa antes de dictar la sentencia comentada que declaró inexistentes y sin efecto jurídico los supuestos actos arbitrarios e ilegítimos realizados por Luis Eduardo León, en el proceso electoral estudiantil de la Universidad de Carabobo.

Si los actos de Luis Eduardo León, al proclamar a Marlon Díaz, fueron arbitrarios e ilegítimos debieron ser objeto de un procedimiento contencioso electoral en el que se le notificara para ejercer su defensa. Pero esta es la justicia revolucionaria, se estira como un chicle y hace daño si se traga.


@rangelrachadell

27 noviembre 2018

La biblioteca de palacio


Muchos años después del bombardeo de la sede de gobierno, se encontraron algunos libros intactos y otros chamuscados. Un descubrimiento increíble, la biblioteca del dictador, lo que le gustaba leer y releer, sin prisa, ya que aseveraba que los buenos libros se leen lento, despacio, palabra por palabra, como se inició con su ma, me, mí, mo, mu.
De su puño y letra escribió la lista de sus obras preferidas que lo acompañaron en sus años de desvelo, esperando la gran idea que nunca se le ocurrió. Su preocupación fue la guerra económica que él mismo creó. Nada de lo que implementó resultó útil, y eso que despidió a algunos de sus seguidores, extrañó a otros, y hasta alguien se lanzó al vacío o por lo menos eso dice la versión oficial.
Fue inaudito encontrar la Biblia en esa lista, siendo la explicación de esa presencia que era un libro muy chistoso. Los apóstoles tenían sobrenombres, a uno lo llamaban mellizo a otro el menor. El cuento de Eutico que, mientras predicaba Pablo, se durmió, cayó de un tercer piso y se murió; o el relato del calvo que ante la burla de unos muchachos los maldijo y dos osos se los comieron. Es un libro muy entretenido, si se sabe buscar.
La Ladrona de Libros, de Markus Susak, sigue en la lista, hermosa historia, título que es sinónimo de malas costumbres.
De Francisco de Quevedo le gustaba recitar el Poema al pedo; por razones de espacio no lo voy a transcribir. El bigotudo se reía al declamar en voz alta.
De Girolamo Cardano tenía un ejemplar de Opus novum cunctis de sanitate tuenda, ac vita producenda studiosis apprime necessarium: in quatuor libros digestum. Como no sabía latín no se lo leyó.
Aparece una anotación al margen con el nombre de Celestina, sin aclarecer si es la obra de Petrarca o la de Octave Mirbeau, se sospecha es la de este último, por cuanto la primera es extensa y el señor impaciente.
Astrología para dummies, de Rae Orion, las decisiones políticas se basaban en la posición Luna y Marte, no importa que en 1543 se publicase el libro de Copérnico que desvirtuaba la seudo ciencia.
Le entretenía Diario de un niño tonto, de Antonio de Lara, subrayado y comentado, se evidencia que le dedicó su tiempo.
La mencionada lista fue afectada por el fuego. Algunos libros quedaron sin autor, como fue la obra Estudio clásico de las consecuencias no previstas, el cual le afligió hasta la tristeza en su gobierno. Auge y progreso de la estupidez (no confundir con Auge peligroso de la estupidez humana, de Gustavo Flores Quelopana). Sistema heliocéntrico del cosmos; Sobre la naturaleza y la causa de las cosas, y el imponderable In summa Imperium gaffe; con lo que demuestra su interés en variados temas que le auxiliaban en el gobierno.
Su esposa, para su cumpleaños, le regaló un bello libro titulado Todos nos casamos con idiotas, de Elaine W. Miller.
De cabecera mantenía el libro Cómo desaparecer por completo y no ser encontrado, de Sara Nickerson. Lo intentó varias veces, pero no lo logró, y eso que el palacio era grande para jugar a las escondidas.
Se encontraron dos tomos empastados en rojo escarlata con letras amarillas, el Tomo I titulado Sancionados por las medidas de Barack Obama y el Tomo II Sancionados por las medidas de Donald Trump. Él atesoraba estos libros para cuando vinieran tiempos difíciles. contenían la relación de los favorecidos por el Socialismo del siglo XXI, los que se llevaron cuantiosos recursos, los personajes que colaboran en los tiempos duros, gracias a su anuencia pudieron robar.
A su amigo González López le regaló varios volúmenes de Narraciones terroríficas (autores variados), y este se los devolvió con una nota que decía: “gracias, no me hace falta, yo tengo más imaginación que Sade y Poe”.

En el medio de la lista se encontró Los tres impostores, de Arthur Machen. Él se parecía a uno de los personajes, el otro murió un día distinto a su fallecimiento, en otro lugar y de una enfermedad que nunca se aclaró, el tercero o tercera todavía está huyendo.
Llama la atención los libros ausentes en la lista, aquellos que todo venezolano, colombiano o cubano aspirante a presidente de nuestro país debió leer, tales como: La democracia en América, de Alexis de Tocqueville. Del buen salvaje al buen revolucionario, de Carlos Rangel. Cesarismo Democrático, de Laureano Vallenilla Lanz. El poema Vuelta a la patria, de José Antonio Pérez Bonalde, y tantos otros.
Ésa era la biblioteca del dictador, innecesaria en la época del ciberespacio, en la que todo se consigue de manera digital. El gobernante tenía libros, ya que se encargó de destruir la Cantv y el Internet en Venezuela.
Las lecturas para gobernar con justicia son necesarias, aunque no indispensables, con una sola frase es suficiente: no hagas daño a los demás y repara el daño que hayas hecho.
@rangelrachadell

13 noviembre 2018

Compre dólares


No compre petros ni lingoticos, con eso no hace mercado. En cambio, con los flamantes dólares que le envía su familiar desde allende las fronteras puede adquirir ese rico solomo, la punta trasera o el lomito para la parrilla. Con el sueldo o la pensión no compra dos kilos de carne y le faltan el carbón y los chorizos. Además, cambiar divisas no es pecado.

La clase media pudo llegar a 20% de la población, y eso contando con los que había antes de que el gobierno expulsara a tantos connacionales por sus políticas erradas. Muchos de ellos guardaban el dólar de la suerte en su cartera, por aquello de que el dinero atrae al dinero. Haga una encuesta y pregunte si han visto un billete americano, de 1, 10 o de 100 –este último muy bonito y apenas tiene 5 años el nuevo diseño–. Dependiendo de la respuesta se enterará de si su interlocutor fue clase alta, media o si nunca lo ha sido. No vale: no sabe, no contesta y, cuidado, hay quien miente.

El dólar omnipresente en todas las operaciones comerciales es de gente con dinero que ganó plata o la tendrá. Si usted no piensa en dólares no sabe lo que está pasando en la economía. Regresemos a la encuesta; pregúntele a su abuelo si alguna vez abrió una cuenta en un banco de otro país, de preferencia Estados Unidos. Si el familiar tuvo riqueza, bastante, pero nunca pensó ahorrar en divisas es porque creía en esta tierra de gracia, no dudaba de sus dirigentes, tampoco se le ocurrió que necesitase confiar en una institución financiera extranjera, no importa que la inflación fuera endémica en Venezuela y superara en promedio 40% anual, llegaron los chavistas y la llevaron hasta el infinito y más allá.

Por supuesto, tener los ahorros en divisas tiene sus riesgos. Si la pregunta se la contestaron de manera positiva, siga con la encuesta. Muchos venezolanos abrieron cuentas offshore o costa afuera y fueron burlados por bancos nacionales o internacionales que no respondieron por esos depósitos, aunque prometían hacerlo. Los bancos de Estados Unidos cubren hasta 250.000 dólares por depositante, el Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (Fogade) se comprometía a pagar fabulosos 30.000 bolívares o 0,3 soberanos. Desde la crisis financiera de 2008, en el país del norte, en la que cayeron los bancos y la banca de inversión, de los cuales se creía que eran muy grandes para quebrar, no hay sitio seguro, en ningún lado, menos en Asia.

Si quiere comprar dólares, euros, petros o como se llame la moneda que entregue algún día el gobierno, empiece por perder su tiempo con el Sistema de Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom). Inscríbase, llene planillas, ofrezca sus datos, remueva los caracoles, escrudiñe la borra de café y adivine el monto que debe ofertar para hacerse acreedor de alguna divisa. Mientras tanto, entérese de las claves de la subasta. La que llama la atención es que tiene que dejar los bolívares –incluida la comisión– paralizados en su cuenta, y el dólar libre mostrenco. Si desperdicia una semana en trámites, ya que el sistema no informa las reglas claras, no le dice las horas y días en los que debe postular su solicitud, desaprovecha la diferencia cambiaria que algunas semanas ha llegado a ser de 100% de devaluación. Puede que mediante ensayo y error consiga una tendencia, tal vez, si oferta 30% de lo que está el dólar negro, le adjudiquen algo. Fuera Satanás.

Hay diferentes tasas Dicom, dependiendo del banco con el que trabaje, y el promedio publicado no le sirve de nada, apueste y pierda. El gobierno gana y se ríe. Si varias personas colocan postulaciones al posible monto del Dicom, y alguna acierta el monto de la adjudicación, júrelo que no le van a asignar nada. Es algo mágico.

En el mundo real funciona así. Dos maracuchos deciden ir a tomar cervezas y uno dice: vamos al Troly, que allí la cerveza está a dos dólares, hay música y dan pasapalos. El otro le contesta, no mi pana, no tengo suficiente dinero, mejor en el Lytro, están a un dólar. No hablan en bolívares, nuestra moneda no sirve de referencia para construir el sistema de precios, no es estable y no tiene aceptación inmediata. Ofrezca dólares, nadie los despreciaría.

Pida la cotización de un seguro, de cualquier tipo, calcule el monto de la prima, cámbielo a dólares y es posible que esa cantidad le cubra el siniestro. No me crea, pero ha pasado, esta administración ha logrado el milagro de que la cobertura de su siniestro sea menor a lo pagado para adquirir la póliza.

En noviembre de 2017 el dólar libre no costaba 1 soberano, ya ronda los 300, ninguna inversión, a excepción de contrabandear gasolina, rinde tanto. Traficar droga es peligroso y menos rentable.

Viva en dólares o sufra en bolívares.

@rangelrachadell