El presidente Maduro ha inducido a error a parte de la sociedad,
le ha hecho creer que su elección y posterior juramentación ante una reunión de
personas que no constituye la Asamblea Nacional, como lo establece la
Constitución, fue un acto válido.
Según la Constitución, los presidentes se juramentan ante el
Poder Legislativo, no ante una instancia que no fue convocada por el pueblo.
Tampoco un presidente se juramenta 8 meses antes de que se inicie el período
presidencial para el que mienten que fue electo, cuando la Constitución
establece que es el 10 de enero la toma de posesión del cargo.
Esta conducta, la de hacer incurrir en error, la practica el
gobierno desde hace un buen tiempo, por ejemplo: el famoso diálogo, nunca hubo
intención de condescender o reconocer el mal que le están haciendo a la
sociedad; todo fue una farsa, reuniones se hicieron y nunca cedieron. La
convocatoria a una constituyente comunal se hizo sin cumplir la exigencia de
preguntarle al pueblo si quería o no una nueva Constitución; no importa, se
pasaron ese requisito por alto y llamaron a votar por unos candidatos con un
sistema electoral que nadie aprobó, solo fue necesaria la magnificencia de
Maduro para definir las reglas del proceso constituyente. La convocatoria a
elecciones de gobernadores, de legisladores o presidenciales con posibles
candidatos o partidos inhabilitados, sin derecho a participar porque a la
Contraloría General de la República, al Tribunal Supremo de Justicia o al
Consejo Nacional Electoral les dieron esas órdenes. Hacen unas elecciones en
las que movilizan a los electores, con todo y centro de votación, sin su
consentimiento, o como hicieron con la constituyente, que pusieron a votar en
el Poliedro de Caracas a los centros electorales ubicados en el este de esa
ciudad, sin testigos, sin dar servicio de transporte a los electores, vaya
usted a saber qué fue lo que ocurrió en esa elección, si hasta Smartmatic dijo
que allí no votaron todos los que anunciaron. Las mismas dudas, o peores, que
se presentan con los resultados de las supuestas elecciones presidenciales.
La sociedad ha sido perjudicada, le quitaron el referéndum
revocatorio, le impusieron alternativas amañadas, con los candidatos que ellos
quisieron. Sorprendieron a muchos ciudadanos en su buena fe, con la esperanza
de un cambio; y, para colmo, una mentira televisada a través de los medios de
comunicación en la que se juró algo que no han cumplido hasta ahora.
Cumplir la Constitución y las leyes no ha sido el principal
testimonio de la autoridad. El gobierno declara a su favor 6 millones de
ilusiones y pocos participantes.
Esa ceremonia de juramentación en el Palacio Federal
Legislativo fue como una misa en escena, una acción contraria a la verdad y a
la rectitud, que perjudica a todos los venezolanos. Es como si Maduro entrara
solemne a un ambiente en el que el silencio es roto por cánticos, vestido con
una casulla, que al frente tuviera un altar, dos velas prendidas, un cristo
pegado a la pared, una biblia abierta. Sabemos que Maduro no es sacerdote, que
tal vez ni sea cristiano –lo cual no es relevante, en comparación a ser
honesto–, pero podría hacer creer que está oficiando una misa, que él es el
párroco; todo por usar los símbolos de una religión.

Un dato de este sainete: el candidato Bertucci fue postulado
por un grupo de electores que se identificó como Movimiento Esperanza por el
Cambio, denominación muy parecida al partido de Ricardo Sánchez, Movimiento
Político Alianza para el Cambio, que apoyó a Nicolás. Es extraño que el CNE
aceptase esa denominación y que Sánchez no haya impugnado el uso indebido del
nombre de su partido, cuando existe la obligación de adoptar una denominación
diferente a la que corresponda a partidos políticos.
También, el candidato que se retiró, Luis Alejandro Ratti,
se inscribió por iniciativa propia, por lo que tuvo que entregar al CNE el
respaldo de firmas de electores equivalentes al 5% del registro electoral que
corresponda al ámbito territorial del cargo a elección popular. En este caso
debía ser de todo el registro electoral, que tiene más de 20 millones de
electores, y 5% de ese registro excede el millón de electores. El candidato
Ratti, después de llegarle a 1 millón de personas para que lo apoyasen decide
retirarse, por lo que queda la duda de si presentó el respaldo de las firmas en
esa cantidad, si el CNE verificó que existiera ese número de firmas, en el
mismo papel de seguridad exigido cuando el referéndum revocatorio en contra de
Maduro, y cuáles serían las razones para abandonar la carrera presidencial. En
el supuesto negado de que sus firmas fueran ciertas, pudo superar al candidato
Bertucci en el número de votos.
Muchas coincidencias que parecen irregularidades.
@rangelrachadell