En
la Declaración Universal de Derechos Humanos se dicen cosas curiosas, como que
toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente
o por medio de representantes libremente escogidos. La Asamblea Nacional,
escogida por los venezolanos en 2010, fue desconocida por el abyecto Tribunal
Supremo de Justicia entregado al gobierno. El Consejo Nacional Electoral anuló
a los partidos políticos y a eventuales candidatos para que no puedan ser
contrincantes legítimos, e impidió “el derecho de acceso, en condiciones de
igualdad, a las funciones públicas”, desconoció que la voluntad del pueblo es
la base de la autoridad del poder público y tergiversó el sufragio universal,
igual y secreto, y no garantizó la libertad del voto.

Maduro,
con su recurrente hipocresía, al celebrar el Día de la Democracia habla de
inclusión social cuando los venezolanos se van por su falta de respaldo a los
más necesitados, de redistribución de la renta petrolera y se produce menos
petróleo, y el que se extrae paga deudas viejas, queda poco para repartir. Dice
garantizar la paz y la estabilidad nacional, parece que se refiere a la
tranquilidad de las calles después de las 7:00 de la noche, hora en la que
pocos son los que se atreven a pasearse por el riesgo de ser asaltados por los
mismos encargados del orden público. La inestabilidad es lo que caracteriza a
este gobierno, estamos esperando a que caiga por su propio peso.
El
gobierno se esconde detrás del principio de autodeterminación y perpetra lo que
les viene en gana dentro del territorio de la República. La Carta de las
Naciones Unidas considera que “las condiciones de estabilidad y bienestar
necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones,
basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre
determinación de los pueblos” son consecuencia de “niveles de vida más
elevados, trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo
económico y social” (artículo 55). En consecuencia, no hay principio de autodeterminación
de los pueblos sin libertad y sin mejores circunstancias de vida de la
población.
Libre
determinación no significa independencia para trampear los comicios internos,
desaguisados electorales y represión indiscriminada. Es decir, sin derechos
humanos fundamentales no hay principio que valga.
Lo
que está ocurriendo en Venezuela es una guerra de agresión del Estado
venezolano que no representa la totalidad de la población. Más bien es una
lucha contra el pueblo, mediante fuerzas irregulares y bandas armadas. El
sistema político y económico que nos impone con violencia el socialismo del
siglo XXI afecta la salud, la integridad personal, la educación. Sin embargo,
existimos como nación oprimida, marginada, sojuzgada y relegada a las
decisiones de otros. Lo peor, somos una colonia de esa potencia extranjera que
se llama Cuba.
Aquí
los que tenemos derecho a la autodeterminación somos nosotros, el pueblo
subyugado, dotados por el creador de ciertos derechos inalienables y podemos
alterar o abolir un gobierno que los destruye (Estados Unidos, 1776). Los
venezolanos, según nuestra Constitución, conservamos el deber de resguardar y
proteger la soberanía y la autodeterminación de la nación, no del Estado
(artículo 130).
Ahora
bien, necesitamos manifestarnos mediante un plebiscito o referéndum sobre si
queremos continuar con este gobierno hambreador, esto sí sería una
manifestación de soberanía popular. Por supuesto, no organizado por los
cómplices del CNE.
La
democracia es mucho más que votar, la voluntad popular y el Estado de Derecho
son sus pilares. Asimismo, no se puede hablar de soberanía del pueblo si hay
dificultades para expresarse, si las elecciones no son competitivas.
Hay
que ver que Maduro sí ha tenido suerte. Llega a ser presidente sin merecerlo y
gobierna sin virtudes. No obstante, si quisiera corregirse no lo dejarían sus
colaboradores, el vil metal los tiene entrampados, en todo caso, la historia no
los perdonará.
Como
recuerda Boecio que dijo Eurípides: ¡Oh Gloria, Gloria! ¡a cuántos y cuántos
que no tenían mérito alguno has prodigado vida de grandezas!
@rangelrachadell