El papa Francisco quiere regresar a la facilitación con las
partes en Venezuela con “condiciones muy claras”. Las condiciones solicitadas
por la Mesa de la Unidad fueron: un calendario electoral, la liberación de los
presos políticos, la autorización de asistencia sanitaria internacional y la
restitución de las prerrogativas del Parlamento. El papa asevera que: “Es
curioso, la oposición está dividida y los conflictos se agudizan cada vez más”.
Esto es cierto, no toda la oposición asistió a la anterior convocatoria al
diálogo; pero si hubiera asistido tampoco se habrían logrado los objetivos, ya
que quien debe cumplir las condiciones claras es Maduro, no la MUD.
Las partes deberían buscar resolver el conflicto de la
sociedad, ganar la negociación es irrelevante. Para eso hay que estimar las
expectativas del otro, hasta dónde quiere llegar, cuánto quiere ceder; encontrar
un punto de equilibrio entre las expectativas de ambas partes debería ser
suficiente, el triunfo dependerá de la meta de cada quien. Es difícil concertar
cuando la contraparte se comporta de manera prepotente, como un imperio
todopoderoso que trata al contrario como un niño que no merece ningún respeto.
La oposición se conforma con el cumplimiento de la Constitución, y a eso se
niega el chavismo.
La posición del régimen es curiosa, quiere tiempo,
entretener sin resolver. Esto significa que no quieren un acuerdo, por cuanto
eso implica que se hagan concesiones para dirimir las diferencias. No tiene
interés en participar en una verdadera negociación quien no tiene nada que
ganar, a menos que pierda mucho si no pacta o que todo sea una farsa. No sabemos
si el papa ha entendido-y para el que está afuera es muy difícil comprender lo
que pasa en Venezuela- que el presidente no quiere comprometerse. Darle vueltas
a la mesa de paz sin acuerdos como quiere el gobierno, con el papa o sin él,
sería un engaño.
Recordemos el caso de Chile, cuando en 1988 se consultó
mediante plebiscito cual sería la persona que debía ocupar el cargo de
presidente de la República en el siguiente periodo gubernamental. Teniendo todo
el poder Pinochet decidió contarse, y cuando ganó el NO negoció una transición
favorable. Pinochet logró el control parcial del poder militar y del poder
legislativo el 30 de julio de 1989, con el último plebiscito de la dictadura en
el que fueron aprobadas las reformas convenidas entre la Concertación,
Renovación Nacional y el gobierno.
Lo inteligente para Maduro sería identificar los signos de
los tiempos, el cambio de circunstancias, lo inevitable, pero este y su gobierno
niegan la historia. La transición la puede plantear el presidente, con ello
evitaría el epílogo del chavismo como lo peor que le pudo pasar a nuestro
pueblo, que sobreviviera algo del socialismo del siglo XXI, y hasta algo de la
idea de comunismo que nos quieren imponer; con lo cual mantendría la esperanza
de volver a gobernar. Por lo que se ve Maduro es menos ingenioso que Pinochet.
Los hechos históricos a veces no atienden a la lógica. En
1810 el Cabildo de Caracas destituyó a Emparan para proteger los derechos de
Fernando VII, y terminamos separados de España. En el presente protestamos por
unas sentencias que desconocen las atribuciones constitucionales de la Asamblea
Nacional, pero las exigencias han aumentado y seguirán aumentando en la medida
que sigan los abusos, entre ellos los grupos paramilitares socialistas que
atacan a los que marchamos.
La gente se dio cuenta de lo que se viene diciendo, que la
dictadura se dirige a un totalitarismo; que la comunidad internacional acompaña
a los demócratas venezolanos; que el hambre no perdona.
¿Qué nos viene? Más represión, más devaluación,
inestabilidad social, mucho odio de parte del chavismo en contra de las marchas
desarmadas; y como esta dictadura no cumple su función de proteger a la
población tendremos más muertos.
¿El gobierno va a caer? Ya cayó en las preferencias de los
venezolanos y en la confianza que se puede depositar en un gobernante. La confianza
es lo que apuntala a la autoridad, si pensamos que nos dirige una cuerda de ladrones
que no atienden las necesidades del pueblo eso los convierte en usurpadores.
Maduro es responsable de lo que pasa y de lo que se deja de
hacer, desde el hambre y la falta de medicinas hasta el desgobierno general que
trae la inseguridad. Solo falta que el país vislumbre que los militares son la
sombra de todas las irregularidades; que están detrás de la explotación del
arco minero y de la constitución de empresas mixtas petroleras para poder
explotar el petróleo. Solo un acto de desprendimiento los podría redimir.
Para disminuir la conflictividad de la nación, como muestra
de buena fe, sería suficiente con libertar a los presos políticos, devolverle
las atribuciones a la Asamblea Nacional, y reactivar la economía para que
tengamos alimentos y medicinas; con eso podemos sentarnos a dialogar; salvo que
Maduro haya decidido amarrarse a la silla presidencial y seguir conduciendo
hacia el abismo.
Pareciera que este irresponsable quisiera vernos en un
infierno parecido a nuestra guerra de independencia, una guerra civil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario