Recuerdo que la oposición tomó una
plaza y la bautizó “plaza de la meritocracia” y el gobierno tomó otra plaza que
llamó “plaza de la revolución”; hacer lo que hace la oposición es una
estrategia, como un espejo, para que no se vea diferencias entre unos y otros.
Cuando la oposición hizo grandes
marchas el gobierno también hizo marchas el mismo día, ambos bandos se
atribuían la mayor cantidad de seguidores; para cada parcialidad su marcha era
la mejor, pero no se convencía a nadie.
Hace poco la oposición llamó a una
marcha por la inseguridad, se murió un diputado y se suspendió, al poco tiempo
se volvió a convocar y el gobierno decidió marchar el mismo día y a la misma
hora. La oposición tuvo consideración con el dolor de los seguidores del
partido de gobierno, y el gobierno mantuvo su estrategia –un espejo de las
actividades de la oposición–.
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Del otro lado está la realidad |
Una variante de la estrategia espejo
es la proyección, esta consiste en reflejar los vicios del gobierno en la
oposición, llama fascistas a los opositores cuando los que se comportan como
fascistas son los del PSUV. También hay proyección cuando denuncian que la
oposición robó en la cuarta república; el gobierno acusa al pasado de una gran
corrupción para justificar sus acciones, es el cuento del ladrón que acusa a
otro de robar, no importa que el argumento sea inmoral.
En esta estrategia el contrario no
sabe si está ganando, por cuanto ninguno de sus actos se muestra como original,
extraordinario o impresionante ya que son constantemente copiados, la
estrategia es tan buena que no necesita de ningún esfuerzo intelectual. Como
guía de acción el gobierno, o los cubanos, debieron leer el libro Las
48 leyes del poder de Robert Greene y Joost Elffers, en el que se
analiza el efecto espejo, y allí dicen estos autores: “Cuando usted refleja a
sus enemigos, haciendo exactamente lo que hacen ellos, sus rivales no lograrán
deducir su estrategia”.
No solo hemos vivido separados de
las ideas, sino que no podemos comparar nuestras actividades, la población no
percibe que estamos ganando por cuanto la estrategia espejo funciona.
Si queremos dejar sin efecto este
espejo tenemos que hacer actividades que el gobierno no pueda replicar. Las
guarimbas lo lograron, el gobierno no podía replicar las guarimbas sin hacerse
daño a ellos mismos, y la solución que consiguieron fue curiosa, encerraron a
la oposición en el Este de Caracas, así los seguidores del gobierno no pudieron
ver lo que pasaba en el otro lado de la ciudad, en el oeste de Caracas todo
estaba funcionando normalmente; es como si hubieran colocado entre el este y el
oeste de la ciudad un parabán, una cortina o una pared, o volteado el espejo
para que no pudieran ver lo que sucedía al otro lado.
Las guarimbas se enmarcan en la
estrategia de fuerza, y el problema con la estrategia de fuerza es que necesita
estar al mismo nivel del contrincante. El que pensó que las guarimbas
provocarían el levantamiento del pueblo, que servirían como un motor de
arranque que movería al país desencantado con las malas políticas económicas
del gobierno; como si las guarimbas fueran una chispa que encendería al país,
identificó que la oportunidad se presentaba propicia; la intención era buena,
pero no era una estrategia, era solo un deseo; y lo lamento por todos los
muertos, presos, y detenidos sometidos a régimen de presentación.
El gobierno impuso toda su fuerza;
la institucional: con los tribunales apresó a dirigentes nacionales, a
alcaldes, a menores de edad, a los que dormían en plazas; con los militares:
reprimió sobradamente, con su arsenal contra manifestaciones, sus bombas de
última generación, sus uniformes de armadura nuevos y relucientes; y con sus
facciosos llamados colectivos: hicieron el trabajo sucio que no era elegante
para el gobierno, sus motorizados amedrentaron a los muchachos, se pasearon
armados impunemente a la vista de las autoridades.
Hay que reconocer que la guarimba
obligó al gobierno a sentarse con la oposición –para un diálogo de sordos–, que
tuvo como consecuencia el elevar a la oposición al mismo nivel que el gobierno,
se sentaron en la misma mesa, se veían como iguales negociando un tratado de
paz –casi un espejo de unos frente a otros–, solo que el gobierno tiene la
deseada paz en sus manos, aunque se la pide a la oposición –una evidente
proyección–.
En todo caso, no estamos en un punto
muerto; las condiciones para una manifestación de rechazo al gobierno siguen
ahí, están latentes; lo que no sabemos es como se va a expresar, como se
presentará, pero no cuenten con los militares, ellos no son la vía para salir
del gobierno, ellos son parte del problema.
Esta lucha es como dijo Thomas Alva Edison, al
referirse a su creación del bombillo incandescente: “No fueron mil intentos
fallidos, fue un invento de mil pasos”. En esta lucha vamos identificando
estrategias, descartando equivocaciones, teniendo aciertos parciales; confío en
que no necesitemos de mil eventos para salir de este desgobierno, por lo pronto
haremos otros intentos, ya que pareciera que tienen los días contados.
@rangelrachadell